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En busca de la primera foto de la Mezquita-Catedral

El fotógrafo cordobés Antonio Jesús González recopila más de medio centenar de las primeras imágenes que tomaron viajeros de todo el mundo y las muestra en «El laberinto de las columnas»

Antonio Jesús González (Foto: Efe)
Antonio Jesús González (Foto: Efe)larazon

El fotógrafo cordobés Antonio Jesús González recopila más de medio centenar de las primeras imágenes que tomaron viajeros de todo el mundo y las muestra en «El laberinto de las columnas»

Casi dos décadas lleva Antonio Jesús González buscando lo que para él es un tesoro de valor incalculable, la primera fotografía de la Mezquita-Catedral de Córdoba, una imagen de la que tiene la información, los datos, y que ha imaginado e incluso descrito, a pesar de que nunca la ha visto.

La historia de esta búsqueda se la cuenta a Efe González al hilo del libro y la exposición que le ha tenido ocupado durante los últimos cinco años, «El laberinto de columnas», una obra, fruto de un intenso trabajo de investigación en colecciones, archivos y museos de Europa, Estados Unidos y Canadá que cuentan con las fotografías y las historias de los fotógrafos que llegaron a Córdoba entre la presentación del daguerrotipo en 1839 hasta la aparición del primer proceso fotográfico industrial en la década de 1870.

Pero la primera no aparece. González lleva 20 años buscándola, sin cejar en su empeño, pues considera que este hallazgo sería algo único, dado que en España apenas se conservan una docena de daguerrotipos escénicos.

De esta primera imagen, a la vez de la ciudad y de su principal monumento, se sabe de su existencia gracias a la prensa de la época, que reflejó que en el año 1844 el fotógrafo cordobés J. Albors ganó un concurso de arte en la ciudad con un daguerrotipo de la torre de la Mezquita-Catedral.

Diez años después, el propio autor anunciaba también en la prensa que la fotografía, realizada sobre una placa de cobre plateada, estaba a la venta, y ahí se le pierde el rastro.

«No desisto, espero encontrarla algún día, pero de momento solo tenemos esta referencia», señala este fotógrafo cordobés, que lleva desde 1999 trabajando en la recuperación de la memoria fotográfica de Córdoba.

Y para González, hablar de la memoria fotográfica de Córdoba es hablar de la Mezquita, el símbolo de una ciudad que, en aquel entonces, «se había convertido en un destino predilecto de las primeras élites viajeras, de aquel primer turismo, debido a los viajeros románticos». El motor de «El laberinto de columnas» está, de hecho, en una fotografía del interior de la Mezquita que González llevaba mucho tiempo dudando sobre su autoría y sobre la fecha que estaba datada, y que, al intentar precisar su origen, acabó convertido en un trabajo de investigación de 200 páginas sobre decenas de autores, algunos de los más grandes nombres de la fotografía del siglo XIX. También algún viajero romántico como Edward King Tenison (quien realiza la fotografía más antigua del libro y la exposición, en 1852), un aristócrata británico que viene a España con su esposa a disfrutar de los beneficios del clima y se dedican a hacer viajes de placer por la península.

No obstante, hay predominio de fotógrafos profesionales, en su mayoría foráneos, como los fotógrafos oficiales de la Reina Isabel II, el galés Charles Clifford o el francés Jean Laurent; así como otros profesionales de la imagen como el británico Frank Masson Good, el francés afincado en España Luis Leon Masson, o los españoles Casiano Alguacil y García Córdoba.

Este último, nacido en Écija pero afincado en Córdoba, realiza un amplio reportaje de la ciudad con motivo de la visita de Isabel II, en lo que constituye uno de los documentos locales más importantes de una época que también es vital en la historia del principal monumento, cuando comienzan las primeras restauraciones con carácter científico que tienen como objetivo «devolverle el brillo original» a la Mezquita.

En este aspecto, González rememora una anécdota muy curiosa y muy contemporánea. «Resulta que un arquitecto local denunció al obispado por estar acometiendo obras sin ningún tipo de control, y esto supuso que se paralizara la obra durante cinco años», recuerda el fotógrafo.

Por encima de las siempre tirantes relaciones entre el obispado y la ciudad, lo que más le ha costado a González ha sido dar con imágenes del templo en colecciones de España. «Es más fácil encontrar fotografías fuera de Córdoba que en la propia ciudad. Y, de hecho, más de la mitad de las fotografías del libro son de archivos franceses, ingleses y estadounidenses, que conservan en sus colecciones estas fotografías porque era también una forma de hacer museo», señala el fotógrafo cordobés, que reconoce que piensa seguir buscando sin cesar la primera imagen de la Mezquita-Catedral.