Argentina
Saqueador reaparecido
El filósofo escolástico Guillermo de Ockham afeitó con su «navaja», que en realidad no era más que un «principio de economía», la tradición platónica. «En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable». Este aforismo no ha perdido vigencia desde el comienzo del siglo XIV y se puede aplicar a Carlos Fernández, el concejal andalucista en Marbella esfumado hace más de un decenio y reaparecido por arte de birlibirloque al pie de los Andes, en la remota localidad de Rivadavia, ahora que puede beneficiarse de la prescripción de los principales delitos por los que se le abrieron múltiples causas, en tanto que uno de los principales responsables del saqueo de la ciudad. El munícipe trincón y sus poderosos amigos esparcieron todo tipo de historias, a cual más enrevesada, pero la duplicidad de versiones llegadas desde Argentina (se habló de una entrega antes de, precipitadamente, cambiar a detención) nos lleva hasta la ockhamiana «explicación más simple»: pactó cante a cambio de trato favorable. No era cierto, o sea, que la mafia rusa le hubiese dado matarile ni que los servicios secretos lo mantuviesen como un activo por su cercanía a algunos personajes de la corte saudita. Éste y otros rumores más extravagantes se contaron mientras Carlos Fernández, con el nada confundidor alias de Carlos Hernández, se convertía en un personaje conocido en la comarca debido a su participación como asesor en diversas campañas electorales y a su ajetreada vida social. Su patrimonio es pingüe y de origen desconocido, aunque ello no será óbice para su disfrute, ya sin careta, en cuanto negocie alguna pequeña sanción administrativa. Y luego nos quieren hacer creer que la Justicia, esa dama ciega, termina resplandeciendo.
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