Política

Cádiz

Sin Iglesias pero con el Papa

En Cádiz están cansados de la política de salón y del 'currelismo' clientelar»

El alcalde de Cádiz y aspirante a la reelección, José María González “Kichi”, en una reunión de Adelante Cádiz /Foto: EP
El alcalde de Cádiz y aspirante a la reelección, José María González “Kichi”, en una reunión de Adelante Cádiz /Foto: EPlarazon

En Cádiz están cansados de la política de salón y del 'currelismo' clientelar»

Kichi, el dueño del piso de currante, no quiere que Pablo Iglesias pise suelo gaditano porque desde que el querido líder se fue a vivir a «Villa Tinaja», como bien sabe el maestro Ussía, la libido entre ambos revolucionarios se ha vuelto tibia. Cosas de la izquierda. Cuando todo marchaba a pedir de boca, con la revancha a la «derechona» en las generales en todo lo alto, van en Cádiz y mandan a su jefe a Sevilla. Pablo se conformó con la guasa, no con la gracia gaditana y tampoco pudo vivir en sus carnes el éxito de las políticas de Podemos. No le perdonan la mansión con piscina y jardín en la Navata, cruel traición para el proletariado, empatada con su empeño por joder los contratados de Navantia pagados con dinero árabe. Eso no se perdona, Pablo, «¡Astilleros no se toca!», aunque si EE.UU se cabrea de verdad por la retirada de la fragata Méndez Nuñez aquello se puede quedar en una mala broma. Pese a la amenaza iraní, la verdad es que en Cádiz disfrutan de las bondades del socialismo real desde el momento en el que Kichi salió al balcón del Ayuntamiento con el bastón de mando y en uniforme de vendedor de camarones. «¡Camaroneeeeee!» Se reconcilió la ciudad con su gemela caribeña y desde La Habana le respondieron a los gaditanos como en los tiempos de las goletas de ida y vuelta. Preñadas de revolución, armadas de futuro, aliñadas con canciones de Silvio Rodríguez llegaron hasta las casas de los desempleados, frenaron los desahucios, abarrotaron las bibliotecas, inundaron de libertad las calles de Santa María y los callejones para nutrir de patria y revolución a sus vecinos. Si Iglesias llegara hoy hasta las Puertas de Tierra no conocería aquella ciudad en la que abrazó al vencedor Kichi tras alcanzar la ciudadela. Tampoco lo hará en el resto de ciudades donde Podemos arrebató los Ayuntamientos de las garras del sistema y de la casta para devolvérselo a sus legítimos hijos. Solo en Zamora y en Barcelona podrá admirar los ejemplos de la triunfal política de clases que ha devuelto al pueblo las instituciones y repuesto la lucha por la igualdad. Iglesias, ya instalado en la burguesía liberal, natural superación de los mandos de la izquierda, se ahorra el shock que le provocará sentir de primera mano la brisa de la libertad, el progreso del gobierno de Kichi en Cádiz. Allí ya saben cómo funciona Podemos, ya tienen el ejemplo, ya conocen de primera mano que cuando se llega al despacho y hay que gobernar todo lo prometido se queda en la plaza de San Juan de Dios. Es decir, en Cádiz están bastante cansados de la política de salón y del «currelismo» clientelar.

Iglesias tuvo que conformarse con ir a Sevilla, donde la política se mueve por otra serie de intereses que escapan de lo terrenal y la revolución sigue pendiente. Tan pendiente, que el alcalde socialista, sin decirlo, se declara de derechas y cumplidor con la misa. A las claras. En la campaña hay que vender lo que haga falta, incluso nuevas líneas de metro para la capital andaluza, lo que ustedes quieran y puedan imaginar, y si no se lo creen traeremos al Papa. ¿A quién? Al Papa. Bueno, ya saben, Bergoglio no es un Ratzinger, que también es Papa, ni un Pacelli, es Francisco y amigo del Cardenal Amigo Vallejo, que siempre se ha llevado muy bien con el PSOE. Se trae al pontífice y se confiesa que se va a misa con tal de aguarle la fiesta a los candidatos de la derecha fragmentada.

Hubo un tiempo en el que los alcaldes anunciaban la contratación de las grandes estrellas del rock para ganar votos. ¿Se acuerdan de los Stones en El Ejido? Se acuerdan. Pues ahora Juan Espadas apela a su Santidad para tratar de repetir como alcalde con ayuda si no divina al menos romana. Aún no se sabe lo que hará el Papa en Sevilla, pero ya «está pedido» (la expresión del momento) y seguro que alguna efeméride sacra o laica sirve de respaldo para ver su silueta blanca por la Giralda. Lo pontificio en Sevilla gusta, gana y hasta sale en las cofradías más rancias con su bandera pontifica y cuatro varas con tiara de escolta. Ese patrimonio pertenecía hasta ahora del ala conservadora del sombrero con el que se tapa la cabeza Sevilla pero ya ven, el socialismo promete que vendrá el sucesor de San Pedro. ¿A quién traerán los otros? Sin darse cuenta, al PP no solo le están quitando sus votantes, también su identidad. Encima, muchos de sus alcaldes solo ponen su nombre y apellidos en grande y colocan el charran pequeñito, muy pequeñito, en una esquina de su propaganda electoral. «Es que la marca está muy devaluada». Será cuestión de marca y no de política.