Política

Un mundo al que le estallan las costuras

Partiendo de que la verdad a toda costa es algo que puede matar la convivencia, en la vida diaria es necesario y exigible en personas que detentan altos cargos –sea en la Iglesia, la empresa y no digamos en los representantes políticos– un máximo decoro. Que sea cierto lo que nos ofertan, aquello que han sido y son en su vida, en todo lo que nos prometen y, al menos, que la posible mentira esté envuelta con inteligencia, que no unan la estupidez a la falsedad. Pero con este verano atrasado que disfrutamos, hay que sacar algo de humor a la «política mentira» tan enquistada en todos los países, incluido el todavía líder mundial de Estados Unidos. Por ello, resulta de espectáculo del Paralelo barcelonés lo que cuenta Miss Stormy Daniels. Les pongo al día. Esta joven es una conocida « pornstar» que mostró sus cualidades artísticas en privado al actual presidente americano, el honorable Donald Trump. Los abogados del entonces candidato, después de negar el siempre sincero Donald cualquier relación con la estrella porno, llegaron a un acuerdo con la virtuosa señorita Daniels, por el cual recibiría 130.000 euros a cambio de negar todo durante la campaña electoral, por la cual, una vez su generoso donante estaba instalado en la Casa Blanca, se ha sentido libre para contarlo todo. De nuevo mintió el ya presidente, pero los tribunales le dieron la razón a la artista, tema que costó el puesto a uno de los abogados de Trump, que bajo juramento tuvo que admitir los hechos. Con lo cual la emprendedora joven ha hecho una gira por programas televisivos y clubs nocturnos sacando una pequeña fortuna. Para rematar, el arte la ha llevado a las letras. Ya convertida en «literata» ha salido al mercado para gozo de los amantes de la buena literatura. Su primer libro tiene el sugerente título de «Completa revelación». Cada página cuenta la más descarnada verdad. Por ello, no tiene reparos en contar que «el misil del aguerrido Donald es más pequeño de lo normal, es como la cabeza de un champiñón, como una seta venenosa». Después de tales revelaciones y de pagar 130.000 euros por el silencio, no hay otro camino que dimitir por estúpido.