CUP

El veto de la CUP a los presupuestos anticipa el ocaso del proceso

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (i), y el conseller de Interior, Jordi Jané.
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (i), y el conseller de Interior, Jordi Jané.larazon

Puigdemont se encara con los antisistema y los acusa de «destructores», mientras la CUP mantiene la enmienda pese a la presión y al debate interno entre priorizar la ruptura a un pacto de izquierdas

Que la reunión entre la cúpula del gobierno catalán y la CUP para desbloquear los presupuestos no fue bien lo ratifica el mal humor que ayer no escondió Carles Puigdemont en la presentación del proyecto #invulnerables con el que la conselleria de Bienestar Social y Familia, la Fundación FC Barcelona, La Obra Social «La Caixa» y la Fundación Rosa Oriol reivindican el papel de los voluntarios. Fue uno de los pocos actos que el president de la Generalitat no anuló para centrarse en intentar salvar los primeros presupuestos de su gobierno. Unas cuentas que la CUP amenaza con sabotear, pese a tener firmado un acuerdo de estabilidad parlamentaria con JxSí.

En vez de dejar la negociación de los presupuestos en manos de técnicos, Puigdemont se ha implicado cogiendo las riendas. Hasta ayer, se había mostrado prudente con el proceso de negociación. Pero tras la reunión del jueves, donde la CUP rechazó la batería de medidas que le ofreció el Govern, como crear nuevos impuestos que graven los depósitos bancarios o las nucleares, y que sustituyen los tributos anulados por el Tribunal Constitucional, tal y como exigían los antisistema, el president de la Generalitat explotó.

Acusó a los anticapitalistas de ser unos «destructores» y unos «irresponsables». «Estamos en un momento clave, de saber si seguimos siendo constructores o no, de si pensamos en los más vulnerables o en los más intransigentes, de si queremos dar respuestas que beneficien a personas concretas o si nos temblarán las piernas ante los apriorismos ideológicos, o peor todavía, del ventajismo partidista», alegó. Aunque no la citó, la reprimenda era un llamamiento para que la CUP apoye las cuentas. Sin presupuestos nuevos, se pierden 1.100 millones en gasto e inversión, 870 en partidas sociales.

Pero la CUP, como sucedió en Navidad, cuando negociaba con JxSí la investidura de Artur Mas, que acabó con el convergente dando un paso hacia un lado a cambio del acuerdo de estabilidad, anda internamente dividida entre quienes priorizan el proceso independentista y quienes apuestan por un gobierno alternativo de izquierdas sin CDC. Los primeros defienden que la batería de medidas que ofrece JxSí son suficientes para replantearse retirar la enmienda a la totalidad, votar en contra o abstenerse. Los segundos suscriben las palabras de Anna Gabriel de que la CUP sólo negociará unos presupuestos nuevos. Esto implica retirar la propuesta actual, algo que no hará el Govern, pese a que prorrogar presupuestos deja al ejecutivo tocado y con un pie en unas elecciones anticipadas. Para evitar este desenlace, el Govern se reunió con Ómnium, la ANC y la AMI para que medien. Por ahora, ninguna de las partes da por cerrada la negociación.