Secuestros

Valencia vuelve a registrar varias amenazas de secuestros virtuales

Los delincuentes aseguran tener secuestrado a un familiar y piden un rescate rápido y negociable

La angustia que genera la llamada allana el camino a los delincuentes para conseguir el engaño y su objetivo
La angustia que genera la llamada allana el camino a los delincuentes para conseguir el engaño y su objetivolarazon

Varias familias de la ciudad de Valencia vivieron la semana pasada la angustia en primera persona al recibir una llamada en la que, tras escuchar el llanto de una persona, casi siempre una mujer, el interlocutor les aseguraba que su familiar está secuestrada y pide una cantidad económica elevada por su liberación.

El secuestro en cuestión es totalmente falso pero la exigencia del rescate es urgente y si la familia no consigue contactar con su pariente, es posible que pique y pague.

Los secuestradores virtuales tienen la conversación bien diseñada y esperan a que la víctima, angustiada al oír el llanto al otro lado de la línea telefónica, pronuncie el nombre de quien cree que ha sido secuestrada, para decirle que, efectivamente, la tienen en su poder, y desde ese momento ya se refieren a ella por su nombre, con lo cual el aterrorizado familiar da más veracidad a la comunicación.

Inmediatamente piden dinero y dicen que no llamen a la Policía. El rescate, caso de que los delincuentes logren su engaño, se ingresa en cuentas bancarias en el extranjero.

Las llamadas que se produjeron la semana pasada estaban poco «elaboradas» ya que en ocasiones, se ha llegado a conseguir el teléfono del domicilio de la víctima, mediante encuestas falsas en la calle, y se ha llamado a la familia cuando se sabía que el supuesto secuestrado no podía responder al teléfono por estar, por ejemplo, en el cine. La Policía recomienda no atender a estos engaños que son fácilmente desmontables si no se pierden los nervios.

Por ejemplo, se puede dar a los secuestradores un nombre falso de la persona que nos están haciendo creer que esta secuestrada. Es decir, si la víctima en cuestión se llama María, dirigirnos a ella como Ana, o con cualquier otro nombre. Si los secuestradores «copian» el nombre podemos pensar que el secuestro es un engaño. Evidentemente, hay que llamar inmediatamente a la Policía o a la Guardia Civil, si es posible a la vez que se produce la conversación con el secuestrador, utilizando otra línea si se tiene.

Otro rasgo de los falsos secuestros es la facilidad con que hacen rebaja. Puede comenzar exigiendo seis mil euros para acabar aceptando una transferencia de 600 euros.