Hostelería

Las últimas horas del Ritz de Alfonso XIII

Los últimos en salir del hotel fueron los trabajadores, que ayer por la noche celebraron una cena de empresa como despedida
Los últimos en salir del hotel fueron los trabajadores, que ayer por la noche celebraron una cena de empresa como despedidalarazon

Bajo la lluvia y entre lágrimas, el lujoso hotel despidió ayer un capítulo de su historia cerrando sus puertas hasta finales de 2019

Suena una vez más la llamada a golpe de silbato: dos pitidos, secos y breves, agudos y efectivos. En posición erguida, con el mentón en alto y el brazo izquierdo a la espalda, un día más, el portero del Hotel Ritz da la señal a la que acude un taxi con luz verde en el tiempo en el que el bedel retrocede un paso para recolocarse en su puesto de guardián, imperturbable. O casi, porque ayer al número 5 de la Plaza de la Lealtad lo envolvía una atmósfera de nostalgia que, aderezada con un cielo gris y una cortina de lluvia, rompió con la tradicional solemnidad con que llevaba vistiéndose más de un siglo de historia el mítico hotel. «Qué difícil», repetían los trabajadores quebrando el silencio de la espera por los últimos huéspedes como en un intento de llenar el vacío que pronto se haría con su día a día: «Tengo el corazón encogido, me siento conmovida», reconocía reteniendo las lágrimas a su despedida una de las clientas que podrá contar, orgullosa, que dijo adiós al Ritz, o mejor, un hasta luego: «Apunten mi reserva para el día de la reinauguración, quiero ser la primera en volver», terminaba más animada.

Pero para eso, para volver a ver abiertos los imponentes portones del Ritz, clientes habituales y nuevos, turistas nacionales y del mundo, curiosos en general, tendrán que esperar hasta finales de 2019, cuando se calcula que el hotel podrá presentar su nueva imagen ante el público expectante. Las obras, que se iniciarán una vez que todo el inmobiliario del hotel haya sido retirado del edificio el próximo mes de abril, supondrán una renovación integral de la construcción, aunque manteniendo su esencia: «Parecerá imposible, pero no tengo la menor duda de que el lujo se multiplicará después de estos trabajos de mejora», asegura un antiguo empleado que no quiso perderse el cierre. No en vano, la reforma está valorada en 99 millones de euros.

Levantado sobre unos terrenos sin vida que algún día pertenecieron a los jardines del Buen Retiro, el Ritz de Madrid lleva equiparando a la capital española con otras europeas como Londres y París desde 1910, cuando el rey Alfonso XIII, tras un viaje por el continente, cayó en la cuenta de que España necesitaba de un hotel cuya opulencia estuviera al nivel de sus ilustres huéspedes, de un lugar en el que la simple experiencia de tomar el té, leer la prensa o dormir se convirtiera en un momento para el recuerdo de sus clientes. Una labor en la que, a lo largo de más de cien años, han jugado un papel fundamental todas y cada una de las personas que han trabajado por hacer de cada hospedaje en el Ritz una vivencia única. Y ahora, como si de una recompensa del destino se tratara, un Expediente de Regulación Temporal del Empleo (ERTE) garantizará a 187 empleados el 95% de su sueldo mientras duren las obras, tiempo que aprovecharán para asistir a varios cursos de formación –los 20 que restan serán reubicados en otros establecimientos o saldrán de la empresa con una excedencia–.

«¡Es la última!», gritan al aire los porteros anunciando la aparición del director del hotel para inmortalizar el instante con una foto en la que, sumándose a las memorias del Hotel Ritz de Madrid, la clienta más rezagada de la jornada llora desconsolada el final de una etapa a la que puso punto y final uno de los presentes con la mirada perdida en el pasado: «Tras esas puertas que hoy se cierran, quedan grabadas en las paredes muchas historias».

Una cúpula de cristal como la que lucía a principios del siglo XX

La reforma del Ritz en Madrid llevará la firma del arquitecto español Rafael de La-Hoz y de los diseñadores franceses Gilles y Boissier. El primero tratará de mejorar las instalaciones y servicios del hotel manteniendo el estilo Belle Époque y recuperando la cubierta de cristal que en sus primeros años de recorrido aportaba un chorro de luz sobre el salón central y que, ahora, se recuperará en un guiño a la imagen clásica del hotel. Los segundos, por su parte, se ocuparan de las nuevas estancias: 106 habitaciones y 47 suites. El restaurante recuperará su localización inicial y volverá a conectar con los jardines del hotel y, además, el nuevo Ritz contará con un gimnasio, una piscina cubierta con servicio de spa y un bar dinámico.