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Infraestructuras

Sin luz por la “Operación Campamento”

La falta de acuerdo entre el Ayuntamiento y el Ministerio de Defensa en torno a los terrenos que ocupaban los antiguos cuarteles, afecta al suministro eléctrico del campo de tierra que usa el club deportivo desde hace 70 años.

En el club CD Campamento participan niños y jóvenes del barrio en varios equipos. Forman «una gran familia» en la que se ayudan unos a otros / Foto: Jesús G. Feria
En el club CD Campamento participan niños y jóvenes del barrio en varios equipos. Forman «una gran familia» en la que se ayudan unos a otros / Foto: Jesús G. Ferialarazon

La falta de acuerdo entre el Ayuntamiento y el Ministerio de Defensa en torno a los terrenos que ocupaban los antiguos cuarteles, afecta al suministro eléctrico del campo de tierra que usa el club deportivo desde hace 70 años.

El Club Deportivo Campamento no sabe si va a poder terminar la temporada. Los cortes constantes de luz mantienen al equipo en un limbo. Y en el fondo del problema se encuentra la «Operación Campamento», un proyecto inmobiliario que se anunció en 2005 y que sigue estancado. ¿Por qué? Los terrenos en los que se ubican el campo de juego, que es de tierra, y las instalaciones, pertenecen al Ministerio de Defensa y no son capaces de llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento de Madrid. «Nuestro problema no es nuevo, pero ahora se ha recrudecido», explica Constantino Fernández, presidente del club deportivo.

Hace 70 años que este club deportivo está instalado en el terreno de tierra de este humilde barrio madrileño. «Nosotros ocupamos de todo su mantenimiento, del agua, el gas para nos ocupamos de todo su mantenimiento, del agua, del gas para calentar las duchas... pero no podemos hacer frente a los 500 euros mensuales de luz». Cada euro que se invierte en este club sale del bolsillo de su presidente y de algunos vecinos que también arriman el hombro porque con la cuota que pagan los niños no da para mucho. «Son 180 euros más la ficha de lo temporada», algo así como 20 euros al mes por jugador. Y el día que alguno de ellos deja de acudir al entrenamiento... «le preguntamos qué ocurre y nos dice que sus padres se han quedado sin trabajo y que no tienen dinero para el fútbol. Ese niño no se queda sin jugar, sacamos el dinero de debajo de las piedras, si es necesario», añade el presidente. Reconocen que el problema ha existido siempre, pero «desde el año pasado se ha recrudecido». Con la nueva reglamentación de suministros eléctricos, con la división de las líneas su concesión ya no va directamente al alumbrado público del que se hacía cargo el Ayuntamiento. Ahora, con la independencia de la línea, «Luz Madrid dice que no se tiene que hacer cargo del suministro» y, de forma reiterada, les cortan la luz. Y no tienen ninguna subvención en la que apoyarse. «Siempre hemos pedido que Defensa le ceda el uso al Ayuntamiento para que ellos se responsabilicen de nosotros y nos puedan calificar de polideportivo, pero esto nunca ocurre», explica el presidente del club. Él insiste en que «esta es una barriada muy humilde. Con el fútbol conseguimos que muchos chicos salgan de la calle, aunque nuestro campo sea de tierra, vienen encantados a jugar». Por el momento, Fernández ha conseguido que, cada vez que se produce un nuevo corte, una llamada al concejal presidente Carlos Sánchez Mato solucione el problema. Pero nunca hay nada definitivo, ni un documento por escrito en el que se puedan apoyar. «Me han asegurado que Carmena haría una llamada a título personal a Margarita Robles (ministra de Defensa) para intentar solucionar el problema, pero no sabemos si conseguirá algo. Estamos en tierra de nadie». De momento, los siete equipos que acuden cada tarde al campo lo hacen con las mismas ganas. «Hemos conseguido crear hasta un equipo sólo de chicas que antes nunca habían jugado al fútbol y están encantadas».

Para Fernández, el CD Campamento es su vida. Tanto es así que, cada fin de semana, acude a ver a todos los equipos posibles, desde primera hora de la mañana hasta por la noche. «Esto es como una ONG, somos como una gran familia que nos ayudamos unos a otros». Tanto es así, que ellos mismos deben ocuparse de los arreglos de las instalaciones. «Los techos de los vestuarios son de uralita (amianto) y cuando aparecen goteras, nosotros mismos nos ocupamos de taparlas con pintura de caucho», poniendo en riesgo su propia salud. «Esto es un sinvivir», insiste Fernández.