Collado Villalba
Violada y encerrada en un chalé de Collado Villalba
Detenidos cuatro hombres acusados de engañar a una joven y abusar de ella en una vivienda okupada. La mujer logró escapar cuando uno de ellos la llevó a un descampado.
Detenidos cuatro hombres acusados de engañar a una joven y abusar de ella en una vivienda okupada. La mujer logró escapar cuando uno de ellos la llevó a un descampado.
Llevaban un par de años de okupas en un buen chalé de Collado Villalba, situado en la calle Nicolasa Fernández, a apenas cinco minutos de la parada de Renfe. Famosas eran en el vecindario las fiestas que se corrían. «Eran fiestas gitanas: con guitarras y palmas», aseguran los vecinos. Música alta hasta altas horas de la madrugada, barbacoas, gente que entraba y salía a todas horas... Los del edificio de al lado aseguran que trapicheaban con drogas, por lo que el goteo de gente era constante. También se dedicaban al robo de cobre y a menudo quemaban el plástico del cable sobrante, para desgracia de esta gente, que tenía que soportar los malos olores. La Policía Local vino en numerosas ocasiones por temas vecinales. «Les llamaban la atención y ya. No pueden hacer más», asegura una vecina. Otro, propietario, además, de un negocio cercano, asegura que hace unos 15 días la cosa fue a más. Un vecino se les encaró, harto del escándalo que estaban montando y uno de los okupas sacó un arma de fuego. «Se oyeron disparos y hasta vino la Guardia Civil, que tuvo que saltar la valla, pero creo que no pasó nada». Broncas entre ellos, discusiones por temas de deudas, fiestas que se les iban de las manos... pero lo que nadie pensaba era lo que hicieron aquí el pasado mes de agosto, motivo por el que cuatro de los okupas que vivían o frecuentaban este chalé están desde la semana pasada en prisión provisional.
Aunque nadie sabe con certeza cuánta gente vive realmente en la casa, aquella noche sí estuvieron, al menos, cuatro individuos: tres de nacionalidad española y un marroquí. Dos de los tres españoles eran de etnia gitana, según fuentes policiales. Una noche del mes de agosto se les ocurrió una idea que recuerda demasiado a un famoso triste caso de la crónica negra madrileña. Afortunadamente sólo en la primera parte porque la víctima, en este caso, logró salvar la vida. Según explicó ayer la Guardia Civil, abordaron a una joven con un grado del 65 por ciento de discapacidad intelectual. No la forzaron, no hubo ningún tirón violento. No les hizo falta: precisamente se aprovecharon de las capacidades mermadas de la joven para engañarla y llevarla hasta su guarida, que no era otra que el chalé de marras. Allí la encerraron en una habitación que cerraban desde el exterior para asegurarse de que la joven, de 33 años, no se escapaba. Allí, tres de ellos abusaron sexualmente de ella. Se desconoce cuánto tiempo pudo estar retenida la mujer y sufriendo abusos. En un momento dado, uno de ellos, haciendo el papel de «salvador» se aprovechó, de nuevo de la inocencia de la mujer. Como no había participado en las violaciones, atendió a las súplicas de la víctima y dijo que la pondría en libertad. Pero, en un horrible acto de crueldad y sin el menor escrúpulo, lo que parece que quería este individuo era tenerla para él solo.
La condujo hasta el descampado próximo a una gasolinera BP, cerca del polígono industrial y allí abusó de ella. Finalmente la chica logró zafarse de sus violadores y pidió ayuda. Acudió al Hospital de Collado Villalba, donde se llevó a cabo el protocolo para este tipo de situaciones de forma inmediata. Así, facultativos médicos y forenses del juzgado trataron a la joven y tomaron muestras para extraer muestras de ADN de los posibles agresores.
Una vez que se interpuso la correspondiente denuncia, los agentes de la Guardia Civil comenzaron a trabajar con el único objetivo de localizar a los salvajes que habían cometido estos actos. Para ello se visionaron las cámaras de seguridad instaladas por toda la zona y realizaron reconocimientos fotográficos. La investigación policial permitió localizar el chalé donde ocurrieron los hechos y la identificación total de los autores.
Así, a finales de agosto se procedió a la detención de tres de los participantes pero faltaba un cuarto, que había huido al norte de España nada más ocurrir los hechos. No obstante, los investigadores ya le tenían vigilado. Así, la semana pasada, en un autobús que venía de Santander, detuvieron al cuarto sujeto en la estación de Avenida de América.
Los autores de esta barbarie tienen entre 18 y 30 años y cuentan con numerosos antecedentes policiales. Uno de ellos por un episodio de violencia de género y los otros tres por robos.
Tras su arresto fueron pasando a disposición judicial. El juez encargado del asunto acordó para todos ellos la prisión preventiva.
El propietario del chalé donde se produjeron los hechos había dejado la vivienda hace años por deficiencias en la construcción de la misma y andaba de pleitos con los constructores. «Hace ya muchos años que se fue», dice el responsable de una chatarrería situada en las inmediaciones de la vivienda.
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