Hospital
Durante los días previos al «estreno» las dudas eran inevitables. «¿Dispondrán las personas de agua caliente? ¿Contamos con todas las medidas terapéuticas? ¿Está aprobado el procedimiento de tipos de dietas? ...». Las inquietudes se esfumaron en torno a las 14:15 horas del pasado viernes. Una ambulancia trasladó a la primera «inquilina». Una mujer, de 63 años, que presentaba neumonía por Covid-19. El pabellón dos, el único operativo, estaba a su entera disposición: un espacio habilitado por 48 camas y cuatro puestos de UCI. Más de un centenar de personal del Sermas, todos voluntarios, estaba preparado en sus puestos. El Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal echaba a andar.
«Han sido días ilusionantes. Desde que acepté participar en este proyecto la ilusión es el sentimiento que más he experimentado, junto con la tensión, claro. Cuando tu propósito es que todo salga bien, la tensión va de la mano», afirma a LA RAZÓN Sara Herrero Jaén, supervisora del centro instalado por la Comunidad de Madrid. Sí, cuestiones como las que encabezan este artículo le «quitaban el sueño». «Pero es un quitar sueño por algo bueno: la preocupación por ofrecer un cuidado efectivo, humano y de calidad a las personas. Por supuesto que ha habido nervios, estrés… Cuando te comprometes con algo es normal. Forma parte de la responsabilidad que aceptas para que todo vaya bien. Te mantiene alerta», explica.
El currículum de Herrero, de 29 años, es envidiable. Esta enfermera de profesión suma dos másters; cuenta con formación académica en gestión sanitaria, vacunas e informática; cursa el doctorado de Ciencias de la Salud en la Universidad de Alcalá y recibió este año uno de los Premios de Investigación del Colegio de Enfermería de Madrid por su proyecto de tesis: una herramienta de medición centrada en el estudio de la salud de las personas y su correlación con el uso de fármacos.
La llamada para trabajar en el Zendal le llegó en octubre. Y no lo dudó. «Cuando me ofrecieron formar parte del equipo de Coordinación de Enfermería, lo tuve claro. Una organización hospitalaria nueva, innovadora, con las últimas tecnologías y con un objetivo común: que la persona esté lo mejor cuidada siempre. En definitiva, un reto y una oportunidad de crecimiento’».
Reconoce que la puesta de largo «nunca es sencilla». «Hay mucho trabajo detrás. La apertura de un hospital requiere de mucho tiempo y esfuerzo, pero gracias a todos los trabajadores el arranque ha sido espectacular» afirma. De hecho, «y gracias al trabajo de todos mis compañeros de coordinación de Enfermería, hemos logrado lo que nos propusimos. De mis compañeros decir que son maravillosos, hemos sido equipo desde el primer minuto gracias a la confianza y apoyo de nuestra Coordinadora de Enfermería, Verónica Real, quien ya demostró en Ifema que todo era posible y aquí lo ha vuelto a hacer ». Así, la percepción que tiene de los nuevos trabajadores es «buena». «Por parte de Enfermería, comienzan todos siendo voluntarios. Y lo hacen ilusionados y con ganas».
Como le ha ocurrido a buena parte de su sector, el coronavirus la ha transformado. Herrero había trabajado durante los últimos cinco años en la Unidad de Reanimación del Hospital Universitario Severo Ochoa. Una Unidad que se transformó en una UCI para pacientes con Covid-19. Nada más ponerse en pie el hospital de Ifema, se presentó voluntaria. Concretamente en la Unidad de Cuidados Intensivos, en el turno de noche. «Se necesitaban enfermeras para atender y cuidar a las personas que ingresaban. Fui allí los días que libraba en el hospital. Sin duda ha sido una de las mejores decisiones que pude tomar. El equipo allí era maravilloso.». Un centro hospitalario, por otro lado, «montado en tiempo récord y que sin duda salvó cientos de vidas».
Meses duros
«Fueron meses muy duros, muchas horas de trabajo, sin ver a la familia porque estabas expuesta a lo desconocido. Toda la energía iba dirigida al cuidado de las personas. Además, los pacientes pasaban días sin ver a sus familias. Las enfermeras y todo el personal sanitario éramos sus acompañantes en aquellos momentos, nunca les dejamos solos», recuerda.
De algún modo, considera que el espíritu de Ifema sigue vivo en el Zendal. «Sigue un modelo de organización comunitaria: las personas ingresadas podrán relacionarse entre ellas y deambular de manera libre por las zonas habilitadas dentro del complejo, algo que ya se hizo en Ifema y funcionó, demostrando que favorece la recuperación en este tipo de personas. Incluso tendrán zonas al aire libre. Esto es una realidad que a día de hoy no ocurre en otros centros hospitalarios». El recambio de aire ambiente cada cinco minutos, la electromedicina, los respiradores, las camas, los monitores... Todo es de última tecnología. Los pacientes podrán contar con tablets con conexión a internet en la que podrán ver películas, leer libros, hablar con sus familiares por videoconferencia.... «Va a haber una red wifi para pacientes y otra para profesionales. Además, va a ser un hospital libre de papel, todo va a ser a través del historial clínico informatizado», detalla Herrero.
Si tuviera que explicar a los ciudadanos por qué este hospital, criticado por la oposición y varios sindicatos médicos, es necesario, ¿qué les diría? «Primero, porque el resto de los hospitales tiene que retomar su actividad asistencial con atención a procesos de salud crónicos, cirugías… El Isabel Zendal va a ser un centro especializado en la atención a personas con Covid. Un entorno asistencial organizado según necesidades de cuidados en base a la vulnerabilidad y nivel de salud de las personas. Y es que el objetivo del Hospital no es otro que la satisfacción de las necesidades de cuidado de nuestros pacientes. La atención sanitaria a las personas que ingresen en este centro será de alta calidad, humanizada e integral. Nuestro foco aquí es la persona», concluye.
Formación... y también investigación