Historia

Así era el Templo de Debod hace 2.000 años

La tecnología 3D permite recorrer su sala más emblemática tal cual fue concebida. Tras realizar detallados estudios por parte del Ayuntamiento, está previsto que en 2023 se celebre un congreso para decidir si es necesario cubrirlo con una cúpula para preservarlo

Una de las ventajas que ofrece el patrimonio de Madrid es que podemos viajar a cualquier rincón del mundo sin necesidad de salir de sus 600 kilómetros cuadrados. Y uno de esos destinos es Egipto. Desde los años setenta del pasado siglo, la capital puede presumir de contar con su propio templo. Auténtico, construido hace más de 2.000 años y trasladado piedra a piedra desde el país de los faraones. En todos los sentidos, fue un regalo. Primero, por distinguir a nuestra ciudad con una joya arquitectónica y artística de valor incalculable. Segundo, por constituir una muestra de agradecimiento. España fue uno de los países que colaboró con la Unesco en el rescate de los templos del valle de Nubia, condenados a ser anegados por las aguas de la presa de Asuán, entonces en construcción. Había una condición: su ubicación debía respetar su orientación original, debido a la importancia del culto al sol entre los antiguos egipcios. Para ello, se optó por la abandonada Montaña del Príncipe Pío, a la que se dotó de una vegetación tropical y de un estanque a modo de Nilo artificial. Fue así como nació el Templo de Debod, dedicado a los dioses Amón e Isis, en el parque del Oeste. Para muchos, el mejor lugar para admirar una puesta de sol de toda la capital.

«Estas piedras resistirán cien o mil años», dijo en su día Carlos Arias Navarro, entonces alcalde de Madrid. De momento, el templo lleva entre nosotros medio siglo. Y está por ver si Arias Navarro fue conservador o no en sus expectativas. En primer lugar, se trata de un templo que, antes de su traslado, fue literalmente rescatado de una inundación, lo cual ya le supuso severos daños. En segundo lugar, se encuentra al aire libre y expuesto a condiciones meteorológicas que no solo tienen su impacto en el exterior del templo; también en su interior. El mero hecho de abrir y cerrar sus puertas puede acarrear una inestabilidad ambiental, un incremento de la humedad relativa o un aumento de la temperatura. Y el clima extremo que en ocasiones vive Madrid no ha ayudado a su conservación. En 2016 permaneció cerrado durante más de un año debido a un problema en su sistema de climatización. Más recientemente, episodios como Filomena han evidenciado que urge su protección.

El color verde, muy presente en los relieves, simbolizaba la vida y la resurrección
El color verde, muy presente en los relieves, simbolizaba la vida y la resurrecciónMemoria de Madrid

Ahora bien, la tecnología nos permite conocer tal cual era el templo en su concepción original. No cuando fue trasladado a Madrid, sino cuando fue erigido en el 200 a. C. La web municipal Memoria de Madrid, a través de su proyecto escond.es, reconstruye en 3D aquellos espacios, lugares y monumentos de la capital hoy deteriorados o, directamente, desaparecidos. Y gracias a las técnicas digitales, podemos contemplar el templo en su esplendor. Concretamente, su núcleo arquitectónico, la parte más antigua y cuya excepcional decoración ha perdido el brillo de antaño: la capilla de Adijalamani.

En sus paredes, a través de los relieves, podemos contemplar escenas que representan a Adijalamani, rey meroita, adorando a los dioses Amón e Isis y ofreciendo diversos sacrificios. De hecho, esta capilla supone una de las pocas evidencias de la existencia de este monarca del sur de Egipto. La reconstrucción virtual permite admirar la policromía de las escenas, hoy totalmente borrada. No por culpa de la climatología madrileña, sino por las inundaciones que provocaron un inesperado aumento de caudal en el Nilo. Como era común en los templos egipcios, los relieves estaban pintados con brillantes colores, de los que se sabe que todavía quedaban restos a principios del siglo XX.

De este modo, en la recreación destaca el llamativo uso del verde, un color que los antiguos egipcios identificaban con la vida y la resurrección, y con el que representaban a algunos de sus dioses. Los artistas y artesanos pudieron acceder a esta tonalidad gracias a la industria del cobre, introducida desde hacía milenios en el valle del Nilo.

En cuanto al techo, no pasa inadvertido el azul, un color que se suele considerar uno de los primeros pigmentos sintéticos de la historia. Vinculado al cielo y al agua, estaba también ligado a los cielos como dominio de los dioses. De hecho, es la tonalidad con la que representaban habitualmente a Amón.

La misma sala, en la actualidad, con toda su policromía perdida
La misma sala, en la actualidad, con toda su policromía perdidaMemoria de Madrid

Sin embargo, aquellos colores se perdieron. Y las prioridades ahora mismo son otras. Sobre la mesa hay una posibilidad que se lleva barajando durante años: la colocación de una cúpula que sirva de escudo frente a las inclemencias meteorológicas. Lo cierto es que el de Madrid no es el único de aquellos templos donados por Egipto a Europa que se ha visto dañado. Es el caso del templo de Ellesiya en Turín, y que también se encuentra a resguardo.

Fuentes del Área de Cultura, Turismo y Deportes, con Andrea Levy al frente, señalan a LA RAZÓN que la Dirección General de Patrimonio Cultural se encuentra elaborando un informe «detallado y pormenorizado», en el que se evaluarán «múltiples parámetros en todos los materiales sobre el estado de conservación del templo». Dicho análisis estará concluido a finales del año 2022. A tenor de esos resultados, «se tomará una decisión al respecto: cubrir o no cubrir la edificación». Una resolución que podría tomarse a lo largo de un «congreso internacional» u otro evento similar, que tendría lugar en 2023.

Más a corto plazo, se siguen acometiendo mejoras. El Ayuntamiento prepara «un nuevo diseño museográfico, mediante la redacción del proyecto y la dirección de la obra, que tratará de ejecutarse a lo largo del próximo ejercicio». Mientras tanto, prosiguen las «pequeñas actuaciones para garantizar su conservación y mejorar su difusión».