Revisionismo
Madrid, ejemplo de tolerancia: ¿Por qué aquí no han atacado las estatuas de Simón Bolívar o José Martí?
Ni sogas, ni pintadas, ni derribos. La capital acoge en su callejero y sus parques nombres y reconocimientos a personajes que lucharon contra España en Cuba, Colombia o Filipinas
Revisionismo histórico o neutralidad científica a la hora de enfrentarse a los hechos del pasado. En primera línea, el Descubrimiento de América, y con él, todos los protagonistas que en el tiempo dieron lugar a, quizá, el acontecimiento más trascendente de la Historia. Un bocado sin duda apetecible para todos aquellos deseosos de ganar protagonismo con una reinterpretación de los acontecimientos que van desde la duda científica al planteamiento más absurdo. En este sentido, y por aquello tan repetido de que en el término medio está la virtud, cabe señalar, entre tanto desmontaje de monumentos o derribo sin más de los mismos, que ciudades como Madrid intentan ser hogar de unas sensibilidades que han conformado nuestro mundo. A pocos puede extrañar, por tanto, monumentos y homenajes a Isabel la Católica, como el que se encuentra en un parque poco conocido del Paseo de la Castellana, en los jardines del Museo de las Ciencias.
El monumento, además de homenajear a la monarca, y celebrar la unidad española, que se alcanzó durante su reinado, sirve de recordatorio del descubrimiento de América, ocurrido en esas fechas. Con todo, a nadie se le escapa que, pese a la importancia del personaje, lo cierto es su ubicación resulta poco vistosa. Está a años luz del lugar que ocupar Felipe III en la Plaza Mayor, o Felipe IV en la Plaza de Oriente o el mimo Carlos III en la Puerta del Sol. Digamos también que “no se admite” que su emplazamiento más alejado del objetivo principal se deba a que es mujer. Su trayectoria y logros -todo un continente-, oscurece a la de cualquiera de los otros monarcas.
Además, cabe recordar que Madrid dedica otros reconocimientos a la reina Isabel. Una escultura de cuerpo entero, perteneciente a la colección de reyes españoles esculpidos durante la construcción del Palacio Real, la podemos ver en los Jardines de Sabatini.
Otro monumento lo tenemos en la avenida Reyes Católicos, frente a la Agencia Española de Cooperación Internacional. Este consiste en un pedestal con una carabela española encima y una inscripción en su base. Los pueblos de Hispanoamérica y Filipinas dedicaron este reconocimiento a la reina en 1951, quinto centenario de su nacimiento.
Hasta ahí la política “oficial”. Lo que se espera de reconocimiento en la capital de la antigua metrópoli... De aquí en adelante, la grandeza de una ciudad, Madrid, que es capaz de reconocer otras maneras de ver las cosas, otras políticas o, quizá, otras sensibilidades impulsadas por el paso del tiempo y las ideas.
De ahí que en parques y avenidas, la capital de España albergue reconocimientos en forma de estatuas a quienes, por ejemplo, lucharon contra ella, como Simón Bolívar, José Martí o José Rizal, Por poner un ejemplos ante los que los madrileños no se han hecho con sogas y piquetas para derribar. Algo que sí ha sucedido en otros lugares de ese Nuevo Mundo.
En el caso del llamado prócer hispanoamericano, el monumento fue acometido por alguien como Carlos Arias Navarro, por entonces alcalde de Madrid, junto a Antonio Aparisi y Luis Sánchez Agesta. Todos ellos dieron el impulso definitivo al plan en la década de 1960 y el diseño fue finalmente confiado al escultor español Emilio Laíz Campos. Una obra financiada por las naciones bolivarianas. Colocado desde 1968 en el Parque del Oeste e inaugurado el 28 de octubre de 1970. Unas fechas que sin duda sorprenderían a más de uno sobre quién estaba en el poder en España en ese momento.
Este otro reconocimiento no podía estar en otro lugar que en el Paseo de La Habana. Bueno, también podía no estar si hacemos de la historia un revisionismo constante. Sin duda tiene defensor, en Cuba sobre todo. Aquí, en Madrid, a buen seguro que saldrían también unos cuantos detractores. Lo cierto es que el monumento a José Martí, encendido partidario de la independencia de la isla, fue un obsequio de la República de Cuba. El monumento es obra de José Villa, como escultor y e l arquitecto Rómulo Fernández.
Con una altura de 7,90 m, el monumento consiste en un ortoedro con una base de 1,80 x 1,80 m, que se bifurca en dos cuerpos en su parte superior. Una obra en de 15 toneladas, de acero y mármol, decorado con la estrella de la Cuba independiente de España. Un monumento inaugurado bajo el mandato del socialista Juan Barranco.
Y por aquello de que los ejemplos de esa tolerancia española no son dos buscados y rebuscados... tenemos el homenaje, en la Avenida Islas Filipinas, a José Rizal. La escultura llegó a nuestra ciudad en 1996, coincidiendo con el centenario de su desaparición, y fue -como hemos visto en otras ocasiones- un regalo del gobierno filipino a España como símbolo de la vinculación histórica entre ambos países. La obra realizada en bronce y con una altura de 15 metros es una reproducción casi exacta de la que se exhibe en el Parque de Rizal, en Manila.
Ejemplos de calles y avenidas hay muchas más. Se podría decir que son muestra, a cada paso, de la apertura de miras de los madrileños. De su rechazo a ese revisionismo histórico que lleva camino de acabar con la tolerancia en pro de una ideologización que todo aplana y uniforma.
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