Tabernas
La Caeyra, un pedacito de la mejor gastronomía de Galicia en Madrid
Recomendable taberna gallega frente al Parque de Berlín. Triunfan el pulpo y las croquetas de mejillones
La hostelería capitalina se ha reactivado con tal hambre, que prácticamente a diario conocemos una nueva apertura, ya sea de un restaurante, una taberna, en la que rendir tributo al tapeo patrio, un bar o una cafetería en la que saborear un maravilloso café de origen. Nosotros hemos descubierto La Caeyra y conocido tanto a su propietario, Rafael Riestra, como al cocinero, Carlos R. de Santos. Nos cuenta Rafael, que inauguró esta taberna gallega hace sólo seis meses. Con el espacio en su punto, llegó la pandemia y no llegó a abrirlo ni a contar con un equipo definitivo. El nombre, lo tenía claro desde hacía tiempo, ya que La Caeyra se llamaba la finca de su bisabuelo, el marqués de Riestra, un palacete en Pontevedra en el que residían sus hijos y nietos.
La Caeyra. Dónde calle San Ernesto, 10. Precio medio 25 €
Y, aunque a día de hoy se ha convertido en una preciosa urbanización, «desde niños hemos escuchado hablar de ella y, a pesar de que es difícil de pronunciar, a todos nos apetecía llamar al local así», explica. Situada en el número 10 de la calle San Ernesto, justo frente al Parque de Berlín, donde cuenta con una agradable terraza, que tiene el proyecto de cerrar, aquí se come y se bebe realmente bien. Llama la atención una decoración alegre y colorida en la que no falta detalle, que otorga al espacio un ambiente agradable, que invita al comensal a alargar la sobremesa, más cuando las flores, bien escogidas por El Sitio de las Flores, se encuentran en todo su esplendor.
Cuenta con una barra, ya habilitada como en tiempos pre pandémicos y con varias mesas, que, a pesar de ser altas, son cómodas. Dicho esto, lo suyo es comenzar el aperitivo con una Estrella Galicia (cerveza oficial de la tienda del Pabellón de España en la Expo Dubái 2020) para armonizar la ensaladilla, que Carlos opta por elaborar más como una pasta, con el toque justo de mayonesa y coronada con ventresca. Para continuar, las tan demandadas pipas de gamba rebozada y frita y las imprescindibles y clásicas gildas, a las que pronto se unirá otra elaborada con pulpo, gamba y cachelo. Vuelan las patatas bravas con el picante necesario, que gustan a los parroquianos del barrio, tanto como el matrimonio, que no falta en toda barra que se precie, y la tabla de cecina de León ahumada con roble y encina. Y entre los entrantes, la palma se la lleva, sin duda, la croquetas de mejillones y de queso azul , de rebozado finísimo, bechamel cremosa, que no líquida, y plenas de sabor. Porque sabemos que hay croquetas y croquetas y que se trata de uno de esos bocados que predicen el nivel de la propuesta gastronómica del chef.
Llegados a este punto, no podemos dejar de probar el pulpo a la gallega, con su necesaria base de cachelos, y la ensalada de queso de cabra, compuesta por rúcula y aliñada con una refrescante vinagreta de fresas. Es una de las especialidades de la casa, que comparte protagonismo con la carrillera a baja temperatura, opción idónea para los paladares carnívoros. ¿De beber? Aceptamos la recomendación de Rafael y probamos el Fraga do Corvo Mencía, tinto de la D.O. Monterrei. Aunque nosotros nos decantamos por una merluza bien rebozada y suave de sabor, que antecedió al festival dulce, formado por la crêpe de chocolate suizo, las filloas y la tan de moda tarta de queso, aquí bien ejecutada. Un apunte, La Caeyra cierra martes y miércoles, pero nos recuerda Rafael mientras culminamos el postre que entre semana es posible alargar la cena hasta medianoche copa en mano y los fines de semana, hasta la una no se va el último comensal.
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