Patrimonio

Rótulos que relatan la historia de Madrid

El colectivo Paco Graco pone en valor el patrimonio histórico de los locales y comercios de la ciudad restaurando sus letreros

Fachada Rótulos restaurados en el local Gruta 77
Fachada Rótulos restaurados en el local Gruta 77Alberto R. RoldánLa Razón

Las calles de una ciudad como Madrid están llenas de una historia no solo construida con grandes hitos, sino también con el día a día de sus ciudadanos a lo largo de los siglos. Cómo se va configurando y el patrimonio que va creando con el paso del tiempo termina, así, por crear un carácter especial. La Fábrica de Churros y Buñuelos de la calle Santa Teresa es muestra de ello. Este pequeño local centenario, en el que apenas cabe algo más que el mostrador, conserva una estética que habla de un Madrid con historia y recorrido. Encima de su puerta, destaca un rótulo de cristal que poco tiene que ver con los de los negocios actuales, de estética mucho más minimalista. Sobre un fondo verde brillante destaca una caligrafía rematada en pan de oro, todo ello rodeado por un marco de madera pintada de rojo. Parece nuevo, y casi lo es, aunque tenga los mismos años que el local. Y es que el proyecto Paco Graco lo acaba de restaurar con ayuda de la Imprenta Municipal de Madrid.

“Es un rótulo icónico que estaba bastante deteriorado”, explica a LA RAZÓN Jacobo Cayetano, uno de los fundadores del colectivo. Desde el proyecto se propuso al dueño retirarlo y restaurarlo y él, en un primer momento, no se lo creía. “No entendía que le diéramos tanta importancia, aunque está muy agradecido”, señala Cayetano. El encargo se lo pidieron a una empresa madrileña llamada Rotulación a Mano, que es de las pocas que hacen, a día de hoy, rótulos en cristal con caligrafía. “El lettering se ha puesto de moda, pero es complicado encontrar a gente que esté especializada en restaurar rótulos antiguos”, apunta. “Por eso encargamos a esta empresa y a un ebanista la restauración de la madera y el cristal”.

“No quedamos muchas personas que podamos hacer las técnicas con las que estos rótulos se hacían en su día”, señala Diego Apesteguía, rotulista a cargo de la restauración, “más que nada porque ahora se trabaja más con otros materiales, como los plásticos o los vinilos, que son más rápidos y más baratos”. “Pero la realidad es que estas técnicas que se van perdiendo creo que siguen siendo igual de útiles y puedes conseguir resultados que con materiales de hoy en día no se puede”, añade. Además de todo esto, este letrero es bastante especial, porque en Paco Graco normalmente se rescatan rótulos antiguos, que están en desuso, pero en este caso es el local sí sigue en funcionamiento. “La gente no está acostumbrada a eso”, afirma Cayetano. “Solemos pensar que cuando algo está viejo y se restaura se puede poner en casa como objeto decorativo, cuando realmente puede seguir teniendo utilidad”.

La pasada semana, Paco Graco inauguraba además una instalación de rótulos en una fachada de Carabanchel. El proyecto, ejecutado por el Instituto Europeo del Diseño con el apoyo de un programa del Ayuntamiento de Madrid llamado “Madrid Creativa”, recoge rótulos que el colectivo ha rescatado durante los últimos cinco años. “Propusimos, junto al artista Javi Cruz, pensar qué tipo de instalación se podría hacer”, explica, “y nos fuimos dando cuenta que gran parte de los comercios tenían el nombre de personas que, en los años 50, venían a Madrid desde el ámbito rural para montar un negocio: gente que venía de Castilla y León, Extremadura o Andalucía y que terminaba poniendo “Fajas Ruíz”, “Lámparas Santiago” o “Punto de cruz Consuelo”. Teníamos bastantes rótulos rescatados de Carabanchel y la idea fue hacer esta instalación que fuera “Hijos de… Rojas, Consuelo, Ruíz, Sánchez””. En esta instalación hay rótulos de todo Madrid, no solo de Carabanchel y, con ella, quieren “poner sobre la mesa todos esos apellidos que fueron llegando… ¡Incluso hay un “Restaurante Li”!”.

Ahora mismo, Paco Graco tiene unos 600 rótulos esperando a ser restaurados. Por ello, tener la oportunidad de hacer este tipo de instalaciones les permite restaurarlos y darles un propósito, volver a resignificarlos como patrimonio histórico y cultural. De hecho, el nombre del proyecto, Paco Graco, nace de “Patrimonio Común de Gráfica Comercial”. “Realmente, Paco era un tío que teníamos en común Alberto –cofundador del colectivo– y yo, que era rotulista de colección. Alberto estaba muy obsesionado con la tipografía y yo con la historia desde hace mucho tiempo, así que nos propusimos crear esta iniciativa y ponernos manos a la obra”, explica.

Además, Cayetano asegura que comenzó a rescatar rótulos casi por un afán de ir reconociendo las calles, “porque ha ido desapareciendo todo muy rápido en Madrid, para que pudiesen interpelar a la gente”. Así, “nos unimos Alberto y yo para que este tipo de cosas, en lugar de que acaben en la basura o decorando el salón de alguien, puedan acabar en un museo como parte de la historia de la ciudad. Para que esa historia siga estando viva”. Para ello, salen a la calle a buscar rótulos, negocian con la propiedad, con la comunidad de vecinos a la que pertenezca… “Lo que haga falta”. Incluso, si después de haberlos restaurado los dueños lo reclaman para seguir usándolos, los devuelven. Por ejemplo, el objetivo de la exposición de los rótulos en Carabanchel “es precisamente el poder hacerla precisamente donde esos rótulos estaban originalmente, que es la calle”.

Reivindicar la estética

A partir de una primera exposición que hicieron en 2019 se juntó muchísima gente de gente de España y se fundó la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico, donde hay personas de Sevilla, de Málaga, de Madrid, de Jaén, de Galicia, de Cantabria… “Además de tener un afán muy instagrameable de hacer fotografías de fachadas, también tiene afán de recuperación de salvaguarda del patrimonio. Ahora mismo hay gente en otros sitios de España haciendo lo mismo que estamos haciendo nosotros aquí en Madrid”, dice Cayetano. “Nosotros no venimos de las redes sociales, pero había mucha gente aficionada a la fotografía que se dedicaba a hacer fotos de fachadas de sus ciudades”, explica. “Esa gente tiene muchos seguidores, porque hay un movimiento muy grande en Europa vinculado al lettering”.

Sin embargo, Cayetano reconoce que, a la hora de luchar por lo que es o no patrimonio de forma legal, es complicado incluir este tipo de objetos. “En Madrid no hay una ley como tal que proteja lo que es una fachada en sí, mucho menos el patrimonio móvil, como es el caso de los rótulos”, explica. “Por ejemplo, si a ti te encargan una obra para restaurar una fachada a como estaba su original y te vas al plano de 1880, en ese plano no te va a aparecer el cartel de “Curtidos Baranda”, por ejemplo, que está en la calle Santa Isabel, por lo que no estará incluida dentro de esa obra”. “Un caso que siempre me ha parecido fascinante es en la calle de La Ruda había un local que se llamaba “Droguerías Manila””, relata. “Allí estaba Lola, y al lado, había una fontanería muy pequeña. Lola tenía un rótulo con el nombre de su negocio y, al lado, unos dibujos muy bonitos sobre fontanería. Cuando Lola se fue, quien adquirió el negocio, que era un vecino de la zona, unió los dos locales y restauró la fachada respetando lo que había sido. Ahora es una heladería”. Por eso, la lucha de Paco Graco no es que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, sino “avanzar teniendo un poco de visión estética y de valor”.

El último rótulo que han rescatado es el de la cafetería Hontanares, en Avenida de América, que cerró hace poco y donde ahora va a haber un VIPS. “Yo creo que si la cadena tuviera visión de mercado conservaría el rótulo de Hontanares”, apunta, “o, al menos, la barra que había de 32 metros, que si la hubieran conservado le daría otro encanto al local”. En este sentido sí que han conseguido algunas cosas, como con los supermercados Aldi, que se están construyendo en antiguos cines de Madrid. “Concretamente, en los cines Canciller, que están detrás de Las Ventas, les escribimos un email diciendo que creíamos que tendrían que conservar los rótulos del cine. Nos respondieron diciendo que nos donaban uno de ellos y el otro que había lo restaurando y colocaron el rótulo dentro del supermercado”.

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La cervecería Marín, situada en Sánchez Preciado, 22, cerró por jubilación en 2018. La dueña del edificio cedió el rótulo a Paco Graco para la colección, con la condición de que pueda recuperarlo cuando lo necesite.
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