Protagonistas
Flores, luz y vestimenta: el significado detrás de los pasos de Semana Santa
Tras tres años sin pisar la calle, la Hermandad del Gran Poder y la Macarena procesionó ayer. Uno de sus integrantes nos cuenta sus secretos
En toda procesión que sale a la calle durante la Semana Santa cada elemento está medido al milímetro: los pasos, el número de nazarenos, la música para cada momento, las vestimentas de las imágenes y su significado… Muy poco –o nada– queda al azar. Incluso tiene un porqué el tipo de flores elegidas y la iluminación que acompaña cada uno de los pasos. Detrás de todo este trabajo hay personas como Salvador Muñoz, prioste de la Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima de la Esperanza Macarena de Madrid, que salió ayer, Jueves Santo, en procesión por las calles de la capital. A sus 26 años, Muñoz lleva exactamente la mitad de su vida formando parte de la hermandad –empezó con 13– y actualmente es el encargado de todo lo relacionado con las flores que se utilizan para las procesiones. «Además me ocupo de todo lo que tiene que ver con el cuidado de enseres, las insignias, la ropa de las imágenes, de vestirles y del mantenimiento diario de la capilla durante todo el año. Básicamente, de todo lo que es la puesta en escena». Aunque no es su único cometido: también es el delegado del cuerpo de acólitos, «vamos, el que coordina a los monaguillos, que son más de 40 chavales», dice.
«Las cofradías solo lo somos durante este periodo del año. El resto de los 365 días somos hermandad, y seguimos haciendo cosas y trabajando, aunque es cierto que se nos ve más en esta época. Es algo parecido a lo que pasa en Cádiz los carnavales, que tienen su punto álgido en febrero, pero se pasan ensayando todo el año», explica. «Nuestro año gira en torno a la hermandad y a los hermanos, a mantenernos unidos, a seguir haciendo cosas».
Tradición de siglos
Tal como explica Muñoz a LA RAZÓN, preparar la procesión de Semana Santa es un trabajo de varias fases. «La gente piensa que todo esto que sale en las procesiones ya está montado en un garaje y que sale de ahí, pero realmente tiene muchísimo esfuerzo detrás». Una labor, además, que tiene una arraigada importancia simbólica, ya que se trata de «tradiciones de muchos siglos» que se siguen desempeñando. «El primer día se monta la parihuela donde se colocarán los costaleros, los respiradores, se sube el techo si es necesario…», explica. Otro día montan todo lo que es la candelería de cola y el manto, y el traslado de la Virgen se produce en otro momento, de una forma solemne como «no se hace en ningún otro lugar de Madrid ni alrededores». De hecho, antes del traslado tienen un concierto de marchas, que culmina con la colocación de la Virgen en el paso.
Inspiración sevillana
En las procesiones todo tiene un significado y es algo que se aprecia, de forma especial, en las vestimentas de las imágenes. «Por ejemplo, ahora mismo la Virgen lleva un manto que imita a los camaroneros de Sevilla», señala. Y es que, junto al fajín de Castañón de Mena que luce la imagen, el majestuoso manto de terciopelo verde tiene un bordado en el fondo que simula una maya dorada. «Se decía que imitaba a las redes de los pescadores de camarones en Andalucía», afirma Muñoz.
Las velas, con distintos tipos de cera y diferentes formas, van acompañadas de arreglos florales muy bien diferenciados para cada uno de los pasos, y el tipo de flor que se usa cada año es uno de los secretos mejor guardados de la hermandad hasta que sale la procesión. Eso sí, en cuanto a la gama cromática cada una de las imágenes tiene la suya propia. «El rojo y el morado se pone solamente al Señor, porque son los colores con los que se identifica la Pasión y el martirio», dice. «La Virgen es todo lo contrario: a ella se le suelen poner arreglos en los que predominan los tonos blancos o muy claros». Con ello se simboliza la pureza de María. Y no es una simple casualidad, sino que se hace con toda la intención de defender, desde la hermandad, que «la Virgen es inmaculada y purísima desde antes de su nacimiento. ¿Cómo reflejamos nosotros ese dogma de fe? Con los colores blancos y claros».
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