Sillas de pago

Cuando sentarse en el Paseo de Recoletos de Madrid tenía un precio

Hasta hace relativamente poco tiempo era normal pagar por acomodarse en una silla a ver la vida pasar en algunos parques y paseos de la capital

Sillas "de pago" en el Paseo de Recoletos
Sillas "de pago" en el Paseo de RecoletosAyuntamiento de Madrid

¿Hoy la vida es barata? Eso va, como casi todo, según la experiencia de cada cual. Sin duda, a la vista de la inflación galopante y el precio disparado de tantas cosas, muchos contestarán que sí. Que está imposible. Y los pequeños lujos son más lujos que pequeños.

Como antaño lo de sentarse en el parque. Lo cierto es que si en nuestros días, un educado acomodador se acercara a más de uno para pedirle unos céntimos por permanecer sentado un rato en una silla de un parque o de un paseo, alguno montaría en cólera. Aceptamos como normal otras situaciones, como pagar por una hamaca o por entrar para visitar un parque, pero se nos hace raro lo anterior. Eso es que Ustedes no vivieron en aquel Madrid del principios -o mediados incluso-, del siglo XX.

Animada charla... a palo seco en el paseo
Animada charla... a palo seco en el paseoAyuntamiento de Madrid

En aquel momento se estableció un servicio de alquiler de sillas en el Paseo de Recoletos que, en contra de lo que pudiera suponerse, por la cantidad de sillas vacías que se observan en alguna de las imágenes -en otras ciertamente no-, se mantuvo en el tiempo durante varios años. El alquiler de una de estas sillas costaba por esos años 10 céntimos -obviamente no de los nuestros-, y eran muy populares entre los paseantes, llenándose de corrillos y todo tipo de paisanaje.

Aunque en primavera y en verano eran las épocas más visitadas del paseo -está claro ante ante los grupos de jóvenes que “pelan la pava” (sí, son jóvenes aunque van vestidos como sus padres)-, también tenía su encanto en invierno y aprovechando los rayos del sol mañaneros, algunos hasta se atrevían a ocupar las sillas. El paseo de Recoletos toma su nombre del antiguo convento de agustinos recoletos que allí existía en tiempos de Carlos IV, formando parte del antiguo Prado. Un paseo, por lo demás, que creó estilo, ya que esto de las sillas de alquiler fue, en ciudades como Barcelona, donde tuvo gran eco. De hecho, y aunque se desconoce el momento exacto de su implantación en las Ramblas, hay testimonio escrito de Rafael d’Amat i de Cortada, barón de Maldà, en su diario “Calaix de Sastre”, donde hace una referencia correspondiente al 28 de julio de 1781 a las sillas del Paseo del Prado... de pago. Una idea que le pareció estupenda y pensó en reproducir en la Ciudad Condal.

De Madrid a Barcelona, las sillas “de pago” tuvieron mucho éxito. Aunque no tanto entre los turistas, que no alcanzaban a entender lo de pagar por sentarse un momento a consultar un plano de la ciudad. En Madrid, según apuntan, la moda acabó pronto, algo que no sucedió en Barcelona, donde se mantuvo hasta los años 80. El precio era entonces de 30 pesetas, y algunos apuntan que la cosa subía hasta las 50 pesetas sin límite de tiempo. El 20 de agosto del año 2000 esta tradicional estampa de las Ramblas desapareció para siempre. En Madrid, hacía años que era un recuerdo borroso en algunos. La instalación de bancos, de madera o piedra, y el ajetreado ritmo de vida moderno acabaron con aquello de sentarse a “ver pasar a la gente”.