Opinión
La red madrileña de transportes como factor de estabilidad
Madrid cuenta con una de las mayores y mejores redes de infraestructuras de Europa, y así lo certifican informes especializados, como el recientemente publicado por PxC, y que señala a Madrid como una de las tres mejores del continente (tamaño, intermodalidad, densidad), por delante de Londres o Milán y al mismo nivel que París y Ámsterdam. También destaca en cuestiones como la sostenilidad, la seguridad o la accesibilidad económica. Superamos en calidad a sistemas como Nueva York o Tokyo.
Nuestra red de infraestructuras, compuesta por 300 kilómetros de Metro, 4.100 autobuses, 2.500 kilómetros de carreteras o cinco intercambiadores son cifras que ilustran el volumen de ésta. Pero no sólo es grande cuantitativamente, sino que además presenta valores como la innovación, la accesibilidad o la eficiencia donde lidera también dichos análisis e indicadores.
Nuestra red cumple cuatro funciones muy importantes, que quiero analizar en esta reflexión.
La primera de ellas es permitir y facilitar la mera movilidad de los madrileños, que en este momento ya realizan más de 5 millones de viajes en transporte público diarios. Gracias a las sucesivas inversiones de los gobiernos de la Comunidad de Madrid, el 75% de los madrileños tienen, por ejemplo, una parada de Metro a menos de 600 metros.
La segunda función es la vertebración territorial, porque el transporte es un instrumento de equilibrio y cohesión social, al ofrecer soluciones de movilidad que se traducen en garantías de acceso a servicios, recursos y oportunidades de mejora. Esta función se hace más real en los 75 municipios con menos de 2.500 habitantes que tenemos en nuestra región, y cuyas tarifas acabamos de reducir para combatir las limitaciones que marca la lejanía y la dispersión. Y por eso impulsaremos intercambiadores comarcales que complementen a los cinco actuales y los cuatro que ya estamos construyendo.
La tercera función de nuestra red es la económica, ya que constituye un factor de competitividad de primer orden. Prueba de ellos es que el 40% de los inversores que vienen a nuestra Comunidad confirman como motivo esta red de infraestructuras. Por eso también seguimos fortaleciéndola y apostando por proyectos como el de convertir a Madrid en un gran nodo logístico al sur de Europa.
Y quiero detenerme en la cuarta función que cumple nuestra red, por ser tan importante en momentos de cambio como los que vivimos. Se trata de su capacidad para da solidez y fortaleza de la región. Frente las incertidumbres globales, es preciso contar con elementos que doten de estabilidad a Madrid, y nuestras infraestructuras constituyen la respuesta más tangible. Por eso también vamos a seguir reforzándola, con proyectos que desplegarán más de 3.500 millones en los próximos 5 años, como las ampliaciones de Metro o los cuatro nuevos intercambiadores.
Tenemos muchos retos de futuro, que son oportunidades de mejora. La eficiencia económica, la descarbonización o la aplicación de las nuevas tecnologías, del Big Data o la Inteligencia Artificial a todo el proceso de la movilidad. Y lo haremos preservando esas funciones (movilidad, vertebración, competitividad y estabilidad) y apostando por una Nueva Movilidad que trascienda el modelo actual de intermodalidad hacia una movilidad integral como servicio y que permita llevar a otro nivel las capacidades de nuestra red. Nuestros valores para lograrlo son la libertad de movimiento, la previsión en las inversiones, la responsabilidad en las decisiones, el respeto al medio ambiente y la colaboración con el sector privado. La movilidad del futuro nos afecta a todos y su definición la escribiremos todos juntos.
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