Historia
Edificio Victoria: de los Almacenes Simeón al hotel madrileño de los toreros
Una construcción modernista que se levanta en la plaza de Santa Ana sobre el que había sido el palacio de Eugenia de Montijo
En los tiempos de las compras por internet las tiendas físicas parecen lejanas. O no tanto, pues, como en todo, también hay analistas comerciales que apuntan a la vuelta de los grandes almacenes y las tiendas a pie de calle. Al fin y al cabo asistimos también al retorno de los supermercados al centro de las ciudades desde unas afueras a las que se marcharon en los años 90. De ahí que no sería descabellado pensar que los envíos “premium” y las “influencers”, que animan a comprar este a aquel producto, podrían tener sus días contados y volveríamos a pisar los grandes almacenes de antaño. Esos mismos que pugnaban, unos con otros, con levantar los escaparates más espectaculares o fidelizar a sus compradores con un trato exquisito.
De entre esos almacenes, de los más conocidos y prestigiosos -aunque sobre este hay todo tipo de opiniones-, fueron los Almacenes Simeón, aunque su origen fue lejano a Madrid. Al parecer, en el año 1835, un emprendedor riojano, Simeón García Olalla de la Riva, llega con 12 años de edad a trabajar a Santiago de Compostela como dependiente. Diez años después había ahorrado con gran esfuerzo la nada despreciable cantidad de 13.000 reales y gracias a eso entra como socio en la empresa mayorista Jorge de la Riva. Con el paso de otros 20 años, con la misma política de ahorro de siempre, ya era propietario único.
Estamos ya en 1872. Aquel muchacho apuntaba más alto y funda la empresa Simeón García y Compañía, con sede en Santiago, que comienza a abrir almacenes, primero en las ciudades gallegas y más tarde su familia, pues él fallece a la edad de 65 años, en Oviedo, Gijón, Santander, Madrid o Bilbao entre muchas otras ciudades.
Precisamente en la capital de España, se asentó en un edificio durante años conocido como Edificio Simeón, construido por el arquitecto Jesús Carrasco-Muñoz entre los años 1919 y 1923. Una institución, en plena plaza de Santa Ana, frente al Teatro Español, que tiene algunas características comunes con otra obra importante de Carrasco, la casa Daza o edificio Leopoldo Daza, en el barrio de Salamanca, que mezcla el modernismo con corrientes arquitectónicas regionalistas.
Para su construcción se emplearon estructuras de hierro y hormigón armado, donde se aprecia la inspiración en los diseños de Antonio Palacios para otros locales de grandes almacenes madrileños. Desde sus inicios dio cabida a los populares Almacenes Simeón y a un hotel, el Hotel Reina Victoria, conocido también como Gran Hotel Reina Victoria. Llamado así en honor de la esposa del Rey Alfonso XIII, considerado sinónimo de elegancia y lujo en la capital.
Se convirtió en el centro del mundo del toreo en la capital. Manolete, siempre usaba la misma habitación en sus visitas a Madrid. Pero no era el único torero que escogía el hotel para ponerse el traje de luces antes de una corrida: Luis Miguel Dominguín, Florentino y Flores, Joselito, Ruiz Miguel, Palomo Linares, Rafael de Paula, Bombita, Pedrés, Mazantini, Arruza, Antoñete, El Viti, Ruiz Miguel y Víctor Méndez, entre otros, convirtieron el hotel, en el hotel de los Toreros.
Unos almacenes y un hotel de toreros que parecía tener un destino relevante, pues no en vano se construyó sobre el solar que ocupaba el Palacio de los Condes de Montijo y Teba. La Condesa de Montijo, doña María Manuela Kirkpatrick era una magnífica anfitriona... y despierta casamentera. Al menos para con sus hijas, pues a una, Paca, la casó nada menos que con el Duque de Alba y a su querida Eugenia... con Napoleón III, emperador de los franceses. Y por decir que no quede, pues aseguran que en ese mismo palacio Próspero Merimée empezó a escribir “Carmen”. Un lugar sin duda tocado por la gloria. De todo tipo.
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