Así es el hospital más antiguo de Madrid: más de tres siglos de historia y sigue abierto al público

A lo largo de la historia de Madrid, las calles han ido cambiando con la caída o levantamiento de diferentes edificios. A través del barrio de Las Letras, Chamberí o Gran Vía, la capital cuenta con rincones llenos de historia que pasan desapercibidos entre los turistas y los madrileños. Aunque la guerra destruyó partes de la ciudad, existe un edificio que se mantiene a día de hoy y muchos pasan de largo por su puerta.

Entre sus muros han sido testigos de guerras y guardan recuerdos de epidemias, bombardeos y revoluciones. Más allá de sus características clínicas, ha sido refugio y asistencia a los más pobres. Desde su creación en 1679, es el hospital activo más antiguo de la ciudad de Madrid y que esconde un patrimonio arquitectónico de hace siglos.

Al servicio de los necesitados

El Hospital de la Venerable Orden Tercera (VOT) se creó por iniciativa de la Orden, una fraternidad franciscana que quiso ofrecer asistencia sanitaria a los más necesitados. Tras la aprobación del Rey Carlos II, las obras acabaron en 1697, ubicándolo en el barrio de La Latina al lado de San FranciscoEl Grande. En cuanto a su financiación, el dinero provenía de limosnas, donaciones y fondos propios de la Orden.

Con ocho salas, cada una dedicada a un santo franciscano, al principio solo contaba con 14 camas, pero acabó teniendo capacidad para albergar a 200 enfermos. A lo largo de la historia, se ha convertido en pionero de varios tratamientos, como la tuberculosis o la radioterapia. Tras la Guerra de la Independencia y la Guerra Civil, consiguió conservar gran parte de su patrimonio artístico, aunque desde mediados del siglo XX, se han llevado a cabo varias reformas que mantienen al hospital ofrecer una atención médica.

Un secreto arquitectónico

Pese a su labor sanitaria, este hospital alberga una sala particular de estilo barroco del siglo XVII. Se trata de una capilla, con plata de cruz latina y una única nave dividida en tramos. Con una fachada barroca y elementos que realzan su monumentalidad, es una muestra del legado espiritual de la congregación.

En su interior sigue conservando obras de gran valor artístico, como el retablo mayor del siglo XVIII o pinturas de autores como Claudio Coello y Van Dyck. Sin embargo, más allá de su valor arquitectónico, lo que más resalta es la impresionante colección de obras de arte que alberga. Entre las esculturas, resaltan el busto de San Francisco y el de Don Juan José de Austria.