Historia

El Colegio Imperial de Madrid (que dio paso a San Isidro)

Fue este un centro de conocimiento e influencia clave en la Corte hasta la expulsión de los jesuitas

El Colegio Imperial de Madrid (que dio paso a San Isidro)
El Colegio Imperial de Madrid (que dio paso a San Isidro)BNE

Su fin estaba claro: formar a las élites que debían gobernar España y su imperio. Y así lo dice su propio nombre. El Colegio Imperial de San Pedro y San Pablo, o sin más, el Colegio Imperial, fue un relevante centro educativo regentado por la Compañía de Jesús en Madrid desde el siglo XVI hasta su expulsión en el siglo XVIII. Su herencia cultural se mantiene, pues gran parte de los edificios siguen hoy en día en pie, como por ejemplo, su iglesia.

El origen de la primera fundación jesuita en Madrid se remonta a 1559 cuando Gómez de Figueroa, conde de Feria, informa al jesuita Pedro de Ribadeneira del traslado de la Corte a Madrid con objeto de que la orden tomara posiciones de cara a una fundación en la Villa. Esta fundación sería propiciada por Leonor de Mascareñas, aya de Felipe II, que había conocido a Ignacio de Loyola. El objetivo entonces estaba en buscar un lugar apropiado. Y qué mejor que cerca «del Rey nuestro señor», en los aledaños del Alcázar. De ahí que Leonor de Mascareñas comprase unas casas al este de la fachada sur del Alcázar de Madrid.

Pero la cosa no salió bien, pues Felipe II se opuso al proyecto. Ya en la década de 1560 doña Leonor consiguió comprar para los jesuitas unas casas en la parte norte de la manzana 143 de la Planimetría General, en la actual calle de la Colegiata. Allí se instalarían los de San Ignacio, sin saber aún si la fundación sería dedicada a casa profesa o colegio, decidiéndose finalmente por este último uso en 1570.

Pero la riqueza e importancia de la Compañía debería de crecer más. Mucho más.

En 1603, murió en Madrid la emperatriz viuda María, hija de Carlos I y hermana de Felipe II, que vivía retirada en el convento de las Descalzas Reales en Madrid. A su muerte destinó una parte de su patrimonio para que el colegio de los jesuitas existente fuese refundado y quedase bajo su patronazgo.

El edificio se situó primitivamente en la actual calle de la Colegiata, rotando su fachada a la calle de Toledo en el momento de sus grandes reformas del siglo XVII. Una situación que ya se asemeja más a la de nuestros días.

San Isidro
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Curiosamente, como en tantas edificaciones jesuíticas, la iglesia del colegio presenta muchas similitudes con la iglesia matriz de la Compañía de Jesús en Roma, Il Gesú: planta de cruz latina, capillas laterales, lenguaje barroco clásico y grandioso. El templo estaba presidido por un retablo realizado por Francisco Bautista y de características similares al existente en el Santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla en Segovia. Dato importante fue su biblioteca. Esta era toda una institución del colegio, y llegó a contar, en el momento de la expulsión de los jesuitas en 1767, con alrededor de 35.000 ejemplares. La razón de que el Colegio Imperial formase la más importante biblioteca que ha habido en Madrid hasta el siglo XVIII, era que estaba constituida por materiales de estudio, obras de consulta, de investigación, manuscritos de las obras que redactaban los propios jesuitas, donativos y legados de diversos benefactores, intercambios de libros con otros centros jesuíticos de toda Europa, adquisiciones de todas las materias, y documentos varios de jesuitas allí reunidos

Pero todo aquello tuvo un final. Como tantas otras cosas y empresas. Tras la expulsión de los jesuitas en 1767, la iglesia fue convertida en iglesia colegiata y pasó a albergar los restos del patrón de Madrid, san Isidro Labrador. Un nuevo cometido que contó con el favor mayoritario del pueblo. En ese momento el retablo mayor fue transformado por Ventura Rodríguez.​

Pero en otra vuelta de tuerca, en 1816, tras la vuelta de Fernando VII a España, se reintegró a la Compañía el colegio, mediando una serie de condiciones. Esta que sería la última etapa del colegio finalizaría en 1834 con la supresión de la Compañía de Jesús. San Isidro «tomaría» ya el «control».