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Los mejores vestidos de la historia del cine

Guillermo Balmori analiza en un libro la evolución de la moda en el Hollywood de oro

Audrey Hepburn, vestida de Givenchy para «Una cara con ángel» LRM

En 1931 llegaba a las carteleras «Letty Lintoln». Protagonizado por Joan Crawford, aquel melodrama de tintes negros tuvo un efecto colateral que nadie vio venir: fue tal el impacto que causó el vestido de algodón diseñado para la actriz por Adrian, de mangas anchas y hombros abullonados, que se convirtió en una sensación en las tiendas de la Quina Avenida neoyorquina.

Si bien siempre es difícil situar con exactitud un «antes y un después», el escritor Guillermo Balmori identifica el nacimiento del «vestido Letty Lintoln» como clave a la hora de analizar la muy estrecha relación entre cine y moda. Así lo hace en «Los mejores vestidos de la Historia del Cine. Hollywood 1930-1966», lujoso volumen editado por NotoriousEdiciones en el que Balmori se apoya en las imágenes de las estrellas de entonces para defender que «el cine marcaba el paso de la moda: el público copiaba su artificiosidad y su glamour». No en vano, para Balmori, son años en los que la industria del cine muestra una «realidad mejorada: todo es mejor, más bonito y vistoso». Y eso, por supuesto, incluía el vestuario de las actrices.

Grace Kelly, en "Atrapa a un ladrón", vestida por Edith HeadLRM

Hay dos nombres que a todos se nos vienen a la cabeza cuando pensamos en cine, moda... y estilo: Audrey Hepburn y Grace Kelly. Efectivamente, ambas son «la plasmación más evidente de la relación de una estrella con la moda». «Perfectamente podían ser modelos de costura», señala el autor. De hecho, en algunos casos lo eran: Lauren Bacall fue descubierta como modelo por la esposa de Howard Hawks, después de que apareciera en la portada de «Harper’s Bazaar». Con todo, Balmori indaga también en los baúles de costura de épocas anteriores. Por ejemplo, en Mary Pickford, con su estilo de heroína victoriana y, quizá, «la primera gran estrella de la historia del cine».

Lauren Bacall en «Tener y no tener»LRM

Son muchas las actrices que desfilan por las páginas. Pero los modistos cuentan con su cuota de protagonismo. Desde Coco Chanel, que tuvo una fallida llegada a los estudios –«su modo de trabajar minucioso chocó con el de Hollywood»– hasta la multipremiada Edith Head. Ninguna mujer ha ganado tantos Oscar como ella: un total de ocho. Uno de los cineastas que mejor aprovechó su potencial fue Alfred Hitchcock. Prueba del protagonismo que le otorgó, esta «Atrapa a un ladrón» (1955). Una película «en la que lo realmente importante era el envoltorio, como los vestidos de Grace Kelly».

En ocasiones, los diseños más rompedores han llegado por accidente. Tal fue el caso del vestido rosa que lucía Marilyn Monroe en «Los caballeros las prefieren rubias» (1953). «La idea era que apareciera en ese número semidesnuda. Pero entonces, se publicó su famoso desnudo en Playboy. Muy asustados, en la Fox decidieron ‘‘vestirla’’ lo más posible. Y el resultado fue mítico».