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Gastro

La milla de oro del desayuno madrileño

El desayuno es casi un ritual, desde el café con tortilla a los churros

La milla de oro del desayuno madrileño cedida

Todos tenemos en la memoria esa imagen icónica: Audrey Hepburn, gafas XXL, croissant en mano y café en vaso de cartón mientras contempla con gesto melancólico los escaparates de Tiffany’s. La escena convirtió un desayuno en un acto de glamour eterno. Pero, ¿y si les digo que en Madrid también se puede desayunar con diamantes, sin necesidad de estar alojados en un hotel ni de tener la tarjeta platino de un jeque árabe?

Porque sí, todavía existe ese miedo reverencial a entrar en un hotel de cinco estrellas solo para desayunar. Como si uno necesitara una contraseña secreta, una reserva previa con apellidos compuestos o un pasaporte diplomático. Nada más lejos de la realidad: basta con cruzar la puerta giratoria, dejarse envolver por la moqueta y pedir mesa. Y de paso, regalarse un amanecer con un punto de lujo que, de vez en cuando, tampoco viene mal.

En una ciudad como Madrid, donde el desayuno es casi un ritual cotidiano –desde el café con pincho de tortilla en la barra del bar hasta los churros con chocolate de madrugada–, los grandes hoteles han elevado esa primera comida del día a una experiencia de otro nivel. Son espacios donde el café se cuida como se merece, el zumo de naranja se exprime al momento y la bollería responde al canon francés más exigente. Aquí el desayuno no es solo una manera de alimentarse, se trata de historia, hospitalidad y puesta en escena.

Desayunar en un hotel de lujo madrileño es, en cierto modo, hacer turismo sin moverse de la ciudad. Es viajar a París en un croissant, a Londres en unos huevos benedict o a Lisboa en un pastel de nata todavía tibio. Es, sobre todo, permitirse un rato de pausa en una urbe que casi siempre nos lleva corriendo. Y hacerlo, además, con la satisfacción de saberse protagonista de una película en la que, por una mañana, los diamantes se sirven en la bandeja del camarero.

Y para ello, apunte estos lugares, que forman parte de la milla de oro del desayuno madrileño. El Hotel Intercontinental, en pleno Paseo de la Castellana, es además de un icono, un pedazo de historia del cine. Por sus salones han pasado grandes nombres de Hollywood, dejando tras de sí un aire de glamour que todavía se respira en el ambiente. Pero si algo distingue a este hotel es su legendario brunch dominical, pionero en la capital y convertido en cita ineludible para los amantes de la buena mesa.

Para los que prefieren la hospitalidad de la familia Relais & Chateux, en la capital se puede desayunar a lo grande en Orfila y Heritage, dos casas unidas por la misma filosofía, pero con personalidades distintas. El sello común lo pone Mario Sandoval, chef ejecutivo y dos estrellas Michelin, que ha sabido trasladar su visión gastronómica al primer ritual del día. En Orfila, el desayuno ofrece churros, croissants, pan con tomate y AOVE, quesos y embutidos ibéricos, además de huevos preparados al gusto. En Heritage, la propuesta se amplía con la “tostada Sandoval”, huevos benedict con pavo o salmón, tartar de atún y una mesa de dulces y bollería fresca.

El recorrido por esta ruta del desayuno de lujo nos lleva inevitablemente a dos lugares emblemáticos de la capital: el Ritz y el Palace, vecinos ilustres en el eje de Neptuno que han visto desfilar a generaciones de madrileños. En el Mandarin Oriental Ritz, el desayuno en Palm Court combina bollería francesa, fruta fresca, quesos y embutidos con platos calientes al momento –desde tortillas al gusto hasta guiños internacionales como el congee asiático–, todo bajo la dirección gastronómica de Quique Dacosta. El Palace, por su parte, mantiene el pulso con un estilo propio. Su cúpula acristalada, una de las más bellas de Madrid, acoge un desayuno que combina lo castizo y lo cosmopolita. Churros con chocolate, embutidos ibéricos, panes artesanos y opciones internacionales conviven en un buffet que invita tanto al viajero extranjero como al madrileño curioso a empezar el día con grandeza.

El broche de oro de este recorrido matinal se pone en la calle Alcalá, en el lujoso hotel Four Seasons, con su desayuno en «El Patio». Una propuesta cosmopolita que alberga pain au chocolat; bowls de frutas, yogur con granola; tostadas con jamón ibérico o aguacate; incluso tortilla con caviar como extra.

Al final, desayunar en estos hoteles no es solo cuestión de lujo, sino de actitud: basta con perderle el miedo al lobby y dejar que un croissant perfecto o un zumo recién exprimido te cambien la mañana. Madrid tiene su propia milla de oro del desayuno, y no hace falta llave de habitación para disfrutarla.