Gastronomía

Ponemos nota a NiMú, restaurante de una de las zonas más “chic” de Madrid

Los platos se suceden de una manera cariñosa, con una sonrisa pintada desde que uno entra

Héctor Arias, cocinero de niMÚ
Héctor Arias, cocinero de niMÚniMÚ

Los restaurantes pueden jugar hoy una muy clara doble carta. O aventurarse por territorios de creatividad, o una línea franca de convicción por el producto, las elaboraciones reconocibles y la complicidad de un comensal al que le gusta ser reconocido y mimado. NiMú está en una de las calles más chic de la capital, en la encrucijada de zonas de bullicio, teatros y gentes guapas, y juega confesadamente a la segunda opción. Una materia prima a la que se toca ligeramente en cocina según los casos, pero siempre colocando la luz cenital de los gustos sobre la despensa.

Ciertamente vivimos tiempos de tópico acerca del producto, el que se ha descubierto como el santo grial cuando nunca dejó de estar en las casas que realmente merecen la pena. El cocinero responsable de la fiesta es Héctor Arias, y todo lo hace a favor de obra. No hay ninguna estridencia, pero tampoco ninguna rimbombancia, y los platos de manera cariñosa se suceden. Aquí la sonrisa está pintada casi desde que uno entra en el local de carácter muy envolvente.

Tanto como la hospitalidad ya clásica de Yolanda Iglesias, en una sala tremendamente confortable. Las cosas de la manduca están determinadas por la buena anchoa, el corte de jamón canónico, la ensaladilla rusa, un intenso carpaccio de gambas, o lo que la joyería marisquera ofrezca según los meses. Foie casero, caviar con tuétano y otros pellizquitos, como las setas, destacando el perretxiko actual, al que quizá se le pierde el protagonismo con la crema.

La parte fundamental del espectáculo no despertará ninguna sorpresa pero sí eficacia gustativas, como un estupendo lenguado a la brasa, el rodaballo o la merluza frita con pimientos. Y en el mundo carnívoro también la academia del solomillo wellington, el tartar, el strogonoff, los callos... Y la leche frita y la hipnotizante crêpe suzette. En fin, lo que uno espera cuando quiere salir a ligar, a hacer un negocio, o simplemente a que te recojan tras los golpes de la vida.

Y como gran sorpresa oculta está una profunda carta de vinos. A la variedad, y a la buena selección de referencias francesas se unen unos precios que nos hacen salivar.

Cocina: 8

Bodega: 8

Sala: 8

Felicidad: 8