Deporte

«El Rayo no es una franquicia de la NBA»

La afición del Rayo Vallecano reacciona ante la posibilidad de que se traslade el Estadio de Vallecas fuera del corazón del barrio que lo vio nacer

La calle del Payaso Fofó respira fútbol por cada rincón. Pintadas, bares y peñas en los aledaños de un estadio mítico que ha pasado por todas las categorías del fútbol de élite. La noticia del posible traslado del estadio a otra zona como el Ensanche de Vallecas, acabaría con décadas de ambiente, previas y una herencia generacional que es el corazón de todo un barrio. Ir cada dos fines de semana al Estadio de Vallecas es para Raúl, Rubén o Nicolás como una religión que comparten con sus hijos, familia y amigos.

Raúl es miembro de la peña Los Desperdigados, con sede en La Frasca, uno de los establecimientos más míticos durante las horas antes de los partidos del Rayo Vallecano, que mañana recibe al Real Madrid, en la semana en la que ha sido cesado su último entrenador. Raúl, uno de los responsables de fundar la peña en 2008, ha visto a este equipo resurgir de las cenizas que dejó la gestión de la familia Ruiz-Mateos. «Estábamos en Segunda B, y apenas ocupábamos una quinta parte de la capacidad del estadio», recuerda Raúl. Él es uno de los muchos que llevan denunciando el estado de abandono del Estadio de Vallecas, uno de los argumentos para trasladar el complejo deportivo. Sin embargo, la afición no ve el cambio de sede como la única solución posible, sino que culpan a la falta de inversión durante años y años.

Rubén es uno de los muchos vecinos que cuentan con el privilegio de poder ir andando a un campo de primera división. «Desde la época de mis abuelos, mi familia siempre ha vivido a unos minutos andando del campo. Incluso, mi abuelo hacía de puerta cuando ya estaba jubilado», cuenta con nostalgia. Él, por encima de todo, reivindica la identidad de «club de barrio»: «Estamos en peligro de extinción. Somos un club prácticamente único en Europa y estoy seguro de que, si el estadio se hubiera conservado bien, vendrían aficionados de todo el mundo. Nosotros no somos el Chelsea ni una franquicia de la NBA. No somos algo que se pueda traspasar. Este estadio es el corazón de un barrio y sus vecinos». Vallecas es la última resistencia de la concepción moderna del fútbol como negocio de masas.

Pero, a pesar de las reticencias de su afición a perder su esencia y convertirse en Sociedad Anónima Deportiva más, sí reclaman la nula inversión en adaptar el club a las nuevas necesidades de abonados y aficionados. «Es una vergüenza que todavía no tengamos la posibilidad de acceder a entradas online con suficientes días de antelación. En la tienda oficial del estadio, lo más normal es que no tengan lo que buscas. Varias peñas de equipos visitantes han tenido que cancelar viajes a Vallecas por no poder garantizar la cantidad de entradas. Hasta hace un par de años, la renovación del abono tampoco se podía hacer online y tenía que hacer noche en la calle», enumeran Raúl, Nicolás y Rubén. «A todo esto, este mes de mayo cumplimos nuestro centenario como club y mucha gente ni siquiera lo sabe, porque el club no lo ha comunicado como sí lo hacen el resto de equipos. En muchos sentidos no somos un club de primera división», remata Rubén.

Nicolás Casariego es un abonado más reciente, que se sumó a esta afición por decisión y no por herencia. Además, es coguionista de películas como la recientemente premiada «La Sociedad de la Nieve», de J. A. Bayona, y autor de «Rayografía», su último libro. «Aunque no era el objetivo inicial, a raíz del libro he recibido varias ofertas para rodar un documental. El Rayo tiene una historia incomparable que merece ser contada», reconoce Nicolás. Tras años de investigación para su libro, afirma rotundamente que «el Rayo no debería irse nunca de Vallecas. Es el corazón del barrio, y el estadio una arteria principal». Según relata, este estadio es historia viva de Vallecas, «ha vivido el crecimiento exponencial de sus comunidades de vecinos desde el comienzo de la inmigración».

Rubén, tras 20 años como abonado del Rayo, va más allá: «Preferiría antes la refundación. No entiendo el Rayo sin Vallecas, ni Vallecas sin el rayo». Para él todo se trata de un «capricho especulativo», porque las decisiones las toma «gente que no sabe lo que significa este barrio y este escudo». «Para mí, el traslado significaría la desaparición del Rayo como yo lo concibo. Para mí no tiene nada que ver con Madrid. Y el caso del Atlético de Madrid es completamente distinto», concluye.

Los tres coinciden en que el barrio perdería gran parte de su vida social, así como sus bares su principal fuente de ingresos, bares como La Frasca o El Castañar, en las calles aledañas al estadio. Este último es regentado por hostelero de origen chino, al que todos conocen como Manolo. Aunque él mismo reconoce que nunca le ha interesado el fútbol, los días que el Rayo juega de local siempre lleva la camiseta porque «es lo que me ha dado de comer durante años».

Así, como luce el mural al lado de la estación de Portazgo, padres e hijos compartirán su incombustible afición este fin domingo y todos los que puedan, porque «no nos vamos a rendir». Raúl, como fundador de una peña, anuncia que «las peñas aún tenemos que organizarnos para reaccionar conjuntamente y jugar nuestro papel en esta carrera de fondo». «Creo firmemente en que los clubes, aunque sean sociedades anónimas, deberían gestionarse escuchando a sus aficionados», apunta Nicolás Casariego.