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Medio Ambiente
El proyecto que convierte redes de pesca en mobiliario urbano
Cepesca y la empresa social Gravity Wave colaboran para que 31 toneladas de aparejos pesqueros se transformen en 6.000 bancos callejeros
A las redes de pesca, imprescindibles para la faena diaria de los pescadores, también les llega el momento en que no dan para más y hay que cambiarlas por otras nuevas. Concretamente, en España cada año 1.700 toneladas de redes y aparejos de pesca, de casi 3.000 barcos pesqueros, se quedan definitivamente en tierra. Es el final de su vida útil y cuando, según qué se haga con ellas, pueden transformarse y tener una segunda vida o ser un residuo. Se diría que mucho mejor lo primero, sobre todo si esa metamorfosis sirve para fabricar artículos útiles y necesarios.
Para que sea esto lo que ocurra con una parte todo ese material, Cepesca, y Gravity Wave, van a colaborar para que una parte de todos esos materiales entren en el circuito de la economía circular para ser materia prima con la que fabricar mobiliario urbano, como bancos, papeleras, macetas o mesas.
Cepesca, (Confederación Española de Pesca), es la mayor organización empresarial pesquera de nacional y agrupa a armadores, empresas, buques que representan el 95 por ciento de la flota de altura y una parte importante de la de bajura. Por su parte, Gravity Wave, es una es una empresa social alicantina, dedicada a transformar residuos plásticos extraídos del mar y crear con ellos materiales con los que fabricar muebles y objetos útiles.
Mejorar la actividad pesquera también en tierra
Esta colaboración, recién iniciada, es uno de los resultados del proyecto REDUSE-II que Cepesca está llevando a cabo para desarrollar un sistema de gestión responsable para las artes de pesca una vez que dejan de estar aptas para su función. Nadia Moalla, como responsable de Proyectos e Innovación de Cepesca, explica las características de este proyecto que «tiene el objetivo de prevenir, evitar que lleguen nuevos contaminantes al mar para que nuestra actividad, como cualquier otra industria, se realice de la mejor forma posible. En este caso, se trata de abordar la gestión de las redes que se descartan y se quedan en los puertos, para adecuarla a la legislación que les afecta, es decir la nueva Ley de Residuos que contiene un articulado específico para las artes de pesca».
El proyecto REDUSE-II se puse se inició al principio de este año y es continuación del RED-USE, desarrollado entre 2020 y 2021, en colaboración con la Fundación Biodiversidad a través de su Proámbito grama Pleamar. En esa primera fase se abordó un «estudio de los puertos, ya que es la autoridad portuaria correspondiente la que tiene la competencia de gestionar estos materiales, y cómo se trabajaba en cada uno, sus necesidades y carencias, para establecer modelos de gestión responsable basados en buenas prácticas y viables para todos según sus características, y que, adicionalmente, se pudieran escalar a nivel nacional».
Como dice Moalla «ahí nos chocamos con la realidad. Porque cada puerto es diferente, cada uno gestiona de una forma, unos estaban muy avanzados y otros menos». Pero, al mismo tiempo, «nos permitió conocer las carencias y necesidades del sector pesquero en este tema, dónde había que reforzar y qué había que hacer para mejorar la gestión de estos residuos».
Plásticos y nylon, principales componentes de los aparejos
Otra cuestión necesaria era conocer con precisión cuánto material se estaba descartando y sus características. El término “redes y aparejos” engloba diversos componentes como «el cable, la malla, el armazón, el peso, el portacebos, la boya… todos los elementos que componen lo que sería la red. Y que también son de plástico, y por tanto les aplica la directiva de plásticos de un solo uso». En general, todos los componentes son plásticos compuestos y nylon. Pero también hay elementos que contienen plomo.
Obviamente, enfatiza Moalla, «preferimos que todos esos materiales tengan una nueva vida, que sirvan para algo, frente a un aprovechamiento energético». Por ello, otra necesidad era «encontrar partnners con conocimiento y capacidad para dar una nueva vida a estos residuos».
Gravity Wave ha resultado ser la primera empresa, y de momento la única, que asume este reto y con la que se alcanza un acuerdo para afrontar esta tarea. «Vamos a trabajar con ellos en siete puertos, del Mediterráneo y alguno del norte. Y quizá ampliemos». Esta colaboración supone que esta pequeña empresa social se ocupara de la recoger y gestionar unos 31.000 kilos de redes al año, 31 toneladas. Con ellas que se pueden llegar a fabricar unos 6.000 bancos urbanos.
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