Sección patrocinada por
Medio Ambiente
Carlos Moro, presidente de Bodegas Familiares Matarromera: «Lo que hicimos hace 15 años, hoy lo hacen otros»
Acaba de ser galardonada con el Premio a la Mejor Iniciativa Agropecuaria de los Premios Sociales de la Fundación Mapfre, que reconoce el carácter innovador y sostenible de las Bodegas Familiares Matarromera. Carlos Moro, su presidente, repasa los hitos hacia la sostenibilidad que han ido marcando el camino de esta casa, que va por la cuarta generación y elabora 15 marcas de vinos en 10 bodegas, además de una línea de cosmética.
Como bodeguero, qué le llevó a iniciar el camino de la sostenibilidad ambiental.
Tengo la suerte de ser un bodeguero un poco peculiar. En ello influye tanto mi trayectoria familiar, como hijo, nieto, bisnieto y tataranieto de agricultores, como mi vida profesional anterior. Como ingeniero agrónomo, al terminar la carrera entré en el ámbito del conocimiento en el Ministerio de Agricultura y más tarde en Industria. Aquello fue una escuela constante. Por ejemplo, trabajé durante una etapa en el apoyo a las energías alternativas y luego a los sistemas ambientales para el sector aeronáutico. Así que, cuando creé mi empresa, fundada junto a la de mis padres, Matarromera, incorporé todos los conocimientos aprendidos en mi etapa anterior. No porque fueran moda, que entonces no lo eran, ni tampoco habituales en un empresario vitivinícola. Sino porque los traía aprendidos e interiorizados.
Fue un pionero.
Más bien un pre-pionero. Los conceptos de sostenibilidad, de investigación, etc., los incardinamos desde el inicio. De hecho, fuimos los primeros de Europa en calcular la huella de carbono de nuestros vinos, concretamente el Emina blanco verdejo.
Vamos, que metió a fondo.
Sí. Porque teníamos buenas condiciones. Por ejemplo, al construir la bodega Emina, en 2004, ya se incorporaron medidas ambientales. En los aislamientos e instalamos la primera caldera de biomasa para utilizar los restos de poda y madera, pusimos placas fotovoltaicas entre 2006 y 2007, y aplicamos lo que yo defino economía esférica. Y una cosa: todas las decisiones que tomamos en aquel momento están siendo muy positivas y nos están ayudando mucho actualmente.
Cómo es eso de la economía esférica.
Es la conjunción de diversas economías circulares, de un círculo arranca otro y se hace una cadena que forma una esfera. Con Emina hicimos el primer proyecto integrado de una bodega sostenible. Recogíamos los sarmientos y los aprovechábamos. Igual con las uvas, del hollejo y la pepita extraemos el alcohol que resta en una destilería y lo mismo con los polifenoles, un proyecto de investigación propio.
El mundo del vino fue de los primeros en notar los efectos del cambio climático. ¿Cómo ha sido su experiencia y cómo la ha trasladado al campo?
Junto a todo lo demás, tenemos un plan de digitalización para optimizar nuestros procesos n el campo: reducir el consumo de agua, de la energía necesaria para el riego y de fitosanitarios. No solo se ahorran estos recursos, también las necesidades de desplazamiento en el campo de los trabajadores para verificar las cosas in situ. Eso sí, con la dificultad de que está basado en GPS y hay zonas en las que no hay cobertura total.
De todo esto salen mejoras en los procesos. ¿Compensa económicamente?
Indudablemente y desde los dos puntos de vista, ambiental y económico. No podemos malgastar. Las inversiones son fuertes, sí, pero se rentabilizan pronto. Y hay que hacerlas porque, si no, sí que no es sostenible.
¿Un vino sostenible puede tener un precio asequible?
Eso está en el centro del negocio. Hemos conseguido reducir los costes y con esta filosofía pretendo que la gente sepa que participamos del cuidado de la tierra y del planeta y que puede tener un gran vino más barato que otros.
¿Es un bodeguero influencer?
Bueno, lo que hicimos hace 15 años hoy lo están haciendo muchas bodegas. Desde luego, siempre estoy participando y promoviendo los temas de sostenibilidad y a disposición de todo el mundo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar