Verde

Encuentran mercurio y DDT en las plumas de las cigüeñas

Contaminantes como el DDT, prohibido en los 70, reducen la fertilidad de la fauna y se acumulan en el suelo para llegar hasta el hombre por la cadena trófica

Storks gather in Soto del Real, on the outskirts of Madrid, Tuesday, Jan. 31, 2023. Europe's storks used to fly south to Africa's Sahel region to spend the winter, stopping off in Spain along the way. But with higher temperatures driven by human-caused climate change and abundant food available at open-air waste disposal sites, most adult storks no longer make the long and exhausting journey. (AP Photo/Bernat Armangue)
Se estudia el efecto del DDT desde hace décadas casi acaba con la población de halcón peregrino de EE UUBernat ArmangueAP Photo

Mercurio, dieldrina y DDT, un insecticida organoclorado muy utilizado en agricultura en la segunda mitad del siglo XX y cuyo uso está prohibido en España desde el año 1973. Son algunos de los contaminantes que un grupo de investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela ha encontrado en las plumas de las cigüeñas blancas. Analizaron muestras recogidas en 23 nidos de 10 localidades de Galicia y descubrieron la presencia de 11 pesticidas distintos, un 88,3% de los cuales están ya prohibidos. El herbicida atrazina, por ejemplo, se encontró en ocho localidades a pesar de estar prohibido en la UE desde 2004.

«La Ciconia ciconia es un buen biomonitor, porque está asociada a zonas agrícolas. Eligen campos de cultivo para alimentarse de insectos...» comenta Zulema Varela, investigadora principal de este estudio del que acaban de presentar sus conclusiones. Ella trabaja en biomonitorización de la contaminación ambiental en la Universidad de Santiago y, además, es socia de Amigas das Cegoñas (Amigos de las cigüeñas en gallego). Hace un año, presentaba junto a su equipo otro estudio en el que investigaban la presencia de plásticos y microplásticos en sus nidos, «porque estas aves cogen todo lo que tienen alrededor. Analizamos tanto nidos como las egagrópilas (las bolas de restos no digeridos que regurgitan ciertas especies de aves como esta)», dice.

Sin embargo, en esta ocasión han querido analizar la presencia de esos tóxicos que no se ven como los fitosanitarios utilizados en el campo o la presencia de metales pesados de las que han encontrado trazas preocupantes.

Una de las partes que destaca de su investigación es la relación entre cada contaminante y el tipo de actividad principal que se realiza en la zona. «Intentamos ver si hay rconexión entre los pesticidas y los tipos de cultivos y hemos visto que en las zonas de patatas o maíz, las cigüeñas presentaban un perfil químico diferente al de otras regiones con ganadería o huerta. Así en áreas como Monforte de Lemos y Maceda se registraron hasta siete plaguicidas prohibidos distintos. Por otro lado, el mercurio se detectó con mayor frecuencia en regiones con agricultura intensiva, disminuyendo en zonas ganaderas tradicionales», apunta.

El problema principal, señala el equipo, es la persistencia de estos contaminantes en el medio ambiente y que son bioacumulativos. «Pesticidas que se usaban hace muchos años siguen estando presente en la vegetación, en el suelo y, al final, la fauna lo acaba incorporando. Prácticamente están en todas partes, hasta en la Antártida. El hecho de que hayamos encontrado restos de pesticidas como el DDT prohibidos hace tantos años nos habla del tiempo que tardan en desaparecer y también nos tiene que preocupar, porque aún hay países donde se siguen usando estas sustancias. Comprender la persistencia de estos tóxicos y sus efectos en la fauna silvestre es clave para desarrollar políticas ambientales más efectivas porque existe el riesgo de una reentrada en las redes tróficas con la movilización de los suelos contaminados o su redistribución atmosférica», añade Zulema Varela.

En este sentido, la investigadora habla del efecto limitado de las prohibiciones en la UE para el uso de ciertos químicos, mientras se sigue utilizando en terceros países de los que luego se importan productos o desde los que vuelven especies migradoras. Además, sospecha que «es probable que alguna de estas sustancias prohibidas se sigan utilizando en España, porque aves como la cigüeña cada vez migran menos a África».

Pesticidas no permitidos por la UEdetectados en Galicia
Pesticidas no permitidos por la UEdetectados en GaliciaMiguel RosellóLa Razón

Efectos también en humanos

Las toxinas se acumulan en los organismos de los animales, sobre todo en los tejidos grasos y especialmente en los que se encuentran en la cima de la cadena trófica, provocando problemas neurológicos o reproductivos entre otros. En España hay estudios de biomonitorización de DDT que demuestran que este compuesto está presente en nuestra sangre.

Carlos de Prada, naturalista y comunicador especializado en contaminantes recuerda otros estudios que hablan de las consecuencias de estos contaminantes en las poblaciones de fauna salvaje: «Hace años se investigó en Doñana y se encontraron unos niveles inesperadamente altos de DDT y PCB (Bifenilos Policlorados, otro contaminante persistente) en los huevos de los milanos reales. En un 50% de los huevos, el DDT estaba en niveles asociados con daños reproductivos en rapaces. En el caso del PGB, también los niveles encontrados se pueden asociar a un menor éxito en la eclosión, a muerte en los embriones y a aparición de deformidades en los pollos nacidos de esos huevos. Algunas de estas sustancias se han usado de forma masiva y han contaminado el medio ambiente a nivel global. Se prohibieron por su alta persistencia y por provocar efectos devastadores en algunas poblaciones: de hecho, casi acabó con la población entera de halcón peregrino de los EE UU. Las hembras se ponían a incubar y al ponerse encima de los huevos, estos se rompían porque tenían el cascarón extraordinariamente delgado debido a las alteraciones hormonales», relata.

Una larga historia

Corría el año 1962 cuando se publicó el libro Primavera Silenciosa. En él, la bióloga americana Rachel Carson -quien, por cierto, murió de cáncer de mama-, denunciaba por primera vez los efectos de estos químicos. «Los investigadores llevan viendo una serie de alteraciones en la vida salvaje desde hace años. En el sur de California, los machos de gaviotas estaban feminizados: tenían células femeninas en los testículos debido a la disrupción endocrina producida por contaminantes agrícolas», continúa De Prada.

A pesar de su prohibición, el DDT se encuentra «no en grandes concentraciones, pero sí en trazas, en un 80% de las muestras de suelos y en un 75% de sedimentos que estudiamos». Quien habla es Miguel Muñoz, coordinador de la campaña Libera de SEO BirdLife.

La ONG ha estudiado la presencia de contaminantes en suelos, aguas y sedimentos en 140 de los 450 espacios importantes para las aves de España (lugares importantes que no tiene ninguna figura de protección).

De su investigación sobresale, por ejemplo, que no encontraron ni una sola muestra (ni área) no impactada por contaminantes. «De todas las muestras de agua sólo encontramos cuatro lugares que no presentaron ningún tipo de contaminación. En el resto de las muestras, encontramos restos de hasta 21 fármacos, 17 pesticidas y 17 compuestos presentes en la fabricación del plástico», comenta Miguel Muñoz.

Estos contaminantes, que el animal no puede excretar, se van acumulando sobre todo su tejido graso por lo que incluso pequeñas concentraciones con una larga exposición pueden acabar generando niveles de toxicidad elevadas ocasionando problemas de todo tipo, como de fecundidad. «Encontramos mercurio, plomo, nicotina, retardantes de llama. Una sola colilla puede contaminar hasta 20 litros de agua y donde aparece, no crecen las pulgas de agua que son uno de los alimentos básicos de la cadena trófica porque alimenta a toda la pirámide», comenta el coordinador de Libera. El siguiente paso es analizar en todo el territorio la presencia de estos contaminantes en las principales comunidades de fauna salvaje.

Químicos viajeros

El hecho de que no se usen en Europa no significa que no se produzcan para luego exportarlas, denuncian ONGs como Greenpeace, que en 2018 alertaba de la exportación de más 81.000 toneladas de productos químicos por parte de empresas de la UE. Además, matiza Carlos de Prada, «los pesticidas que se usan ahora, aunque son menos persistentes, son también dañinos por su efecto acumulativo».

En este sentido, un estudio de 2022 de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición encontró restos de contaminantes químicos en el 43% de la fruta y la verdura (analizaron 1.743 muestras de alimentos). En tomates hallaron 31 plaguicidas; 19 posibles disruptores endocrinos, en las manzanas; 22 fitosanitarios, en las naranjas y mandarinas otros 22; y 21 productos diferentes en las lechugas.