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La falta de agua lleva Doñana al borde del colapso

El Parque Nacional se enfrenta al periodo de sequía más severo de su historia. A la falta de lluvia se suma la sobreexplotación del acuífero para riego y consumo. Mientras, el volumen de trasvase prometido no llega

FILE - A water meter stands in a dry wetland in Donana natural park, southwest Spain, on Oct. 19, 2022. Lawmakers in Spainís southern Andalusia region are set Wednesday April 12, 2023 to vote in favor of rezoning lands near one of Europeís most prized wetlands as irrigable against the advice of ecologists and repeated warnings from European officials.
Según datos de WWF en los alrededores hay hasta 1.000 pozos de extracción de agua del acuíferoBernat ArmangueAP Photo

El Parque Nacional de Doñana forma parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad desde 1994. Destaca, dice la Unesco, «por la gran diversidad de sus biotopos, especialmente lagunas, marismas, dunas fijas y móviles y matorral. Es el hogar de cinco especies de aves amenazadas y el sitio de invernada de más de 500.000 aves acuáticas cada año». Cuenta, además, con diferentes figuras de protección como Humedal Ramsar, Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) o Lugar de Importancia Comunitaria, entre otros.

Su historia como parque natural se remonta a 1969. Hace justo 53 años el Consejo de Ministros aprobó la creación del Parque Nacional de Doñana, con el objetivo de proteger las primeras 35.000 hectáreas de algunos proyectos de desecación y de plantación de eucaliptos. A día de hoy el parque cuenta con una superficie de 54.252 hectáreas y es considerada una de las joyas naturales de Europa. Sin embargo, un peligro atenaza la zona: la falta de agua. El Parque Nacional de Doñana se encuentra inmerso, tras 11 años seguidos, en el mayor ciclo seco de su historia, debido a los efectos del calentamiento global. La precipitación acumulada durante el año 2021 y 2022 ha sido de 304 mm, lo que representa tan solo el 58% de la media. «El parque está sufriendo de falta de precipitaciones y altas temperaturas. En 2022 se batió el récord de calor: hasta 46 grados se alcanzaron en la zona. Es el peor ciclo de su historia. El 62% de los subsectores en los que se divide el acuífero están en estado de sobreexplotación y, en algunos puntos, ha descendido más de siete metros. Además, el estado cualitativo tampoco es bueno. Los niveles de nitrato y fósforo son altos debido a la actividad agrícola y a la mala depuración», comenta Carlos Dávila responsable de la oficina de SEO/BirdLife en Doñana. La mayoría de las lagunas de Doñana dependen de las aguas subterráneas y estas son las que más está sufriendo debido a la falta de agua. Para Eloy Revilla, director de la Estación Biológica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) «más allá de la sequía, la peor situación la están padeciendo los ecosistemas que dependen de las aguas subterráneas., es decir, las lagunas temporales mediterráneas. Las estamos perdiendo», dice. El Parque cuenta con hasta 3.000 lagunas temporales, la mayoría de menos de 50m2. Y de ellas, el 59% no se han inundado desde 2013, al menos así argumentaba Revilla durante el último Pleno Extraordinario del Consejo de Participación de Doñana celebrado el pasado 10 de abril. A lo que añadía que «sin embargo, la demanda de agua no ha dejado de aumentar. El regadío en la corona forestal pasó de 2.162 hectáreas en 2004 a 3.543 en 2014 (lo que supone un incremento del 30%)».

Para científicos como Carlos Dávila de SEO/BirdLife: «La sequía, unida a la sobreexplotación de las aguas subterráneas está provocando una situación de colapso. Doñana ha perdido gran parte de su potencial para albergar biodiversidad desde 2019. La alarma sobre la falta de agua lleva encima de la mesa desde hace décadas, pero ahora es muy grave. Hay un problema histórico de falta de gobernanza y de gestión de los recursos históricos. Las masas de agua están sobreexplotadas por los usos agrícolas, el crecimiento descontrolado de los regadíos y el turismo y a esta situación que se da desde hace décadas se está sumando el cambio climático», añade.

La falta de agua está afectando, y mucho, a la fauna y flora del parque. «Especies declaradas en estado crítico de extinción, como la focha moruna o la cerceta pardilla, han dejado de reproducirse. En las grandes pajareras del parque, donde se hacían las fotos más características, hemos pasado de contabilizar miles de aves a solo decenas. Tampoco hay que olvidar que es la zona de invernada de muchas poblaciones europeas», comenta Dávila. Los anfibios también están desapareciendo. De los 4,3 especies por km2 que se detectaban en 2003 se ha pasado a 2,5 especies en 2021. Especies de árboles como los alcornoques también están colapsando. «Las administraciones tienen que actuar en conjunto para asegurar que el futuro de Doñana no dependa solo de la lluvia en un contexto de cambio climático», comenta Dávila.

La guerra del agua

Este es el contexto que explica en parte la polémica política de esta semana tras la votación en el Parlamento andaluz para legalizar 750 hectáreas de regadíos en los alrededores del Parque de Doñana. Más allá de la agria disputa y el cruce de acusaciones (se habla incluso de que el Ministerio de Transición Ecológica podría plantear una especie de 155 ambiental para intervenir en la decisión), el director de la estación biológica afirma que «no es un tema de economía o conservación. La falta de agua también está afectando a los agricultores. Muchos de los que se dedican al cultivo de fresa han tenido que dejar de regar por falta de agua en el acuífero. Y en breve esto puede afectar a poblaciones como Matalascañas».

Desde el CSIC recuerdan que España está condenada desde 2021 por el Tribunal de Justicia de la UE por incumplir las obligaciones de la Directiva marco del Agua y la Directiva Hábitat al no haber tenido en cuenta la extracción de agua para cultivo y para abastecimiento urbano. «El informe del CSIC reconoce que hay un problema pero habla de más cosas. Hace referencia a la falta de lluvia, al turismo de Matalascañas y a concesiones legales para agricultura», dice Manuel Piedra, secretario general de Huelva de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos. Y es que más allá de la bronca política, los agricultores de la zona creen que en esto de Doñana «hay que aclarar algunas cosas, porque nadie niega que hay un problema. Sin embargo, hay que recordar que el 90% de la agricultura se riega con aguas superficiales».

Desde la Plataforma en Defensa de los Regadíos del Condado también se ha insistido estos días en que están a la espera del trasvase de la demarcación de los ríos Odiel-Tinto-Piedra, una obra aprobada «pero no ejecutada», dicen y que «alimentaría primero a las poblaciones y luego a los regadíos legales que ya extraen agua del acuífero. El problema son los nuevos regadíos. No hay agua suficiente, por eso los regantes legales de Almonte se oponen a la propuesta de la Junta. Hay mucho ruido en este tema y se necesita resolverlo de forma serena y con informes técnicos. Lo primero que hay que hacer es reducir el consumo de agua del acuífero porque se está extrayendo más de la que entra», explica Revilla.

Para Manuel Piedra de UPA Huelva, el objetivo está claro: «Hay que cerrar los pozos, tanto los legales como los no legales, pero también hay que darle aguas superficiales a los agricultores del condado. Por otro lado, es verdad que llueve menos pero ese agua se tiene que almacenar y llevar al condado desde el norte. Si todas estas actuaciones se hubieran llevado a cabo hace cinco años, ahora las cosas no estarían como están. Hay que intentar que las administraciones terminen las infraestructuras que se tenían que haber hecho». Desde WWF añaden un matiz: «El trasvase del que hablan los agricultores ya está repartido. De los hasta 20 hm3 que podrían llegar, cinco son para consumo humano y el resto son para regadíos legales y están incluidos en la Ley del Trasvase y en el Plan de la fresa. Una parte ya está llegando y por eso se han cerrado 400 pozos legales. Lo que está claro es que agua para todos no hay y no se pueden hacer cuentas de la lechera. Habría que preguntar a los agricultores a los que se quiere legalizar si cuando tengan la tierra legal , pero todavía les falte la concesión de agua si dejarán de producir y esperar los años que necesiten nuevas supuestas infraestructuras como embalses. Hay que tomar medidas impopulares, porque si no al final no habrá agua para Doñana ni para los agricultores legales ni para nadie», dice Juanjo Carmona, coordinador de la oficina en Doñana de WWF.

La guerra del agua en Doñana suma un nuevo capítulo que habrá que ver cómo evoluciona porque al cierre de esta edición, la Junta confirmaba una reunión en Bruselas para explicar en detalle los pormenores del nuevo plan, ante la amenaza de la Comisión de nuevas multas a España por no proteger Doñana. No es la primera vez que desde Europa suenan trompetas de guerra y no solo por parte de la Comisión. Hace un año algunas cadenas de supermercados como las alemanas Aldi o Lidl y la británica Tesco solicitaban al gobierno andaluz no amnistiar regadíos ilegales si no querían poner en peligro la venta de algunos productos como los frutos rojos de Huelva.


Un ecosistema único en Europa

El informe del CSIC es claro cuando habla de los valores medioambientales del Parque Nacional: «Doñana mantiene una importante representación de ecosistemas marismeños, forestales, fluviales, lagunares y los asociados a los arenales de su entorno, en forma de playas y dunas. A su variedad de ambientes se asocia una rica biodiversidad, habiéndose citado 1.535 especies de plantas y 720 de animales vertebrados, de las que 467 son aves. Entre sus paisajes destacan las, alrededor de 30.000 hectáreas de marisma natural, con un característico ciclo anual de inundación y sequía. Su situación geográfica, entre Europa y África, convierte a las marismas de Doñana, en los años que presentan un buen estado de inundación, en un lugar de importancia capital para especies de aves acuáticas migratorias de los dos continentes».