Historia del Motor
El coche “español” del presidente de la República de Checoslovaquia
Fue fruto de la colaboración, hace ahora 95 años, entre Hispano Suiza y Skoda
Es una historia casi desconocida. La colaboración entre la empresa española Hispano Suiza y la checa Skoda dio origen, hace casi un siglo, a un excepcional vehículo que fue el coche oficial del primer presidente de la República de Checoslovaquia, Tomáš Garrigue Masaryk (1850 – 1937) y que le sirvió como coche oficial al menos durante diez años. En aquellos tiempos la sede de la empresa española se había trasladado a Suiza, pero el origen mantenía la iniciativa de la familia Mateu de construir los coches más lujosos y potentes del mundo.
Garrigue fue el cofundador y primer presidente de la República Checoslovaca entre 1918 y 1935. De origen humilde, se graduó en Viena y se convirtió en profesor de filosofía en Praga a la edad de 32 años. Como miembro del parlamento en Viena, hizo campaña a favor de la democratización de la monarquía. Durante su exilio durante la Primera Guerra Mundial, obtuvo el apoyo de los aliados para el establecimiento de una Checoslovaquia independiente antes de convertirse en su jefe de estado de 1918 a 1935. Tras su vuelta del exilio, por entonces tenía 68 años, usó un Laurin & Klement descubierto de la serie M decorado con flores para su recorrido triunfal por Praga el 21 de diciembre de 1918. El 3 de mayo de 1919, Václav Laurin y Václav Klement, los fundadores de Skoda, dieron personalmente la bienvenida al presidente a su fábrica de automóviles de Mladá Boleslav. Durante su visita a la fábrica, Masaryk, influenciado por su estancia en América, habló a favor de desarrollar vehículos asequibles para el público general.
A lo largo de su carrera política, Tomáš Garrigue Masaryk confió en fabricantes checos para la fabricación de sus coches oficiales, siendo el Škoda Hispano-Suiza el que utilizó durante más tiempo. La nota de entrega de la oficina del Presidente se emitió el lunes 10 de mayo de 1926. La prestigiosa limusina con motor de seis cilindros se mantuvo en la flota del Jefe del Estado hasta el 17 de marzo de 1936. El vehículo fue la primera de 100 unidades fabricadas en la planta de Pilsen del Grupo Škoda entre 1926 y 1929. El término “Suiza” hace referencia al país de origen del diseñador suizo Marc Birkigt, que creó uno de los coches de mayor calidad y técnicamente más innovadores de la época.
La Cancillería del Presidente de la República encargó su Škoda Hispano-Suiza con el chasis número 388 y el motor número 683, el 25 de junio de 1925. El vehículo se fabricó por encargo, probablemente por la compañía Brožík bajo licencia del fabricante de carruajes parisino Carrosserie Kellner Frères. Era una limusina con una partición de cristal entre la cabina del conductor y el compartimento de pasajeros. Como era habitual para los vehículos de esta categoría en esa época, cada carrocería se hacía a medida de unas especificaciones únicas. La matrícula original del coche oficial era “N-1”, antes de ser sustituida durante los años 30 por “P-118”, donde la “P” significaba Praga. Ocasionalmente, el presidente también usó el número de matrícula “N-XIV-842” para viajar de incognito. Algunos vehículos Skoda Hispano-Suiza han sobrevivido hasta el día de hoy, pero el paradero del primero y más famoso de los algo más de cien ejemplares construidos sigue siendo desconocido.
Todos los Skoda Hispano-Suiza son modelos únicos. No se hicieron concesiones en cuanto a la calidad: el motor ligero de gasolina en línea tenía seis cilindros y un cigüeñal con siete cojinetes. Este se hacía a partir de un moldeado de 350 kilogramos que todavía pesaba 45 kilogramos tras un amplio proceso de mecanizado. Además, la limusina de 2,7 toneladas tenía un servofreno; utilizaba la energía cinética del vehículo y apoyaba de forma progresiva los frenos de tambor para mejorar su potencia de frenado: cuanta más presión se ejerciera en el pedal, mayor era la respuesta. A diferencia de la mayoría de los servofrenos de la época, la respuesta de los cuales dependía de la presión del aceite o de la presión negativa en colector de aspiración del motor, los frenos del Škoda Hispano-Suiza se mantenían activos incluso con el motor apagado. Los seis cilindros en línea tenían una cilindrada de 6.654 cm3, generaban 135 caballos de potencia. La limusina de cinco metros y medio de largo alcanzaba una velocidad punta de 130 km/h con un consumo de carburante de entre 20 y 25 litros por cada 100 km, una cantidad razonable para la época.
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