Guías
Los tres únicos trucos que funcionan para pasar la prueba de gases de la ITV
Existen muchas leyendas urbanas sobre cómo podemos “engañar” a la máquina. Pero si hacemos caso al consejo equivocado, podríamos provocar una avería grave en el vehículo
A lo largo de los años hemos hablado mucho sobre la ITV y sobre todo aquello que puede salir mal a la hora de superarla. Sin embargo, no le hemos dedicado demasiado tiempo a una de las pruebas que más aterroriza a los conductores: la prueba de gases. A continuación, podrás encontrar una guía que incluye los mejores trucos para superar la prueba de opacidad (su nombre oficial).
Cómo podemos superar la prueba de humos de la ITV
El parque automovilístico de nuestro país es uno de los más viejos de nuestro entorno. Estamos hablando de que se sitúa -nada más y nada menos- que en los 13,1 años, de acuerdo con los datos del Informe Anual de 2020 elaborado por Anfac, la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones. Y es un dato bastante preocupante si lo comparamos con la media europea, que se sitúa en los 10,8 años.
Uno de los problemas más serios aparejados a un parque móvil antiguo es la contaminación. Los coches de nueva fabricación han reducido hasta en un 86% las emisiones de óxidos de nitrógeno y en un 99% la emisión de partículas de dióxido de carbono, en comparación con un vehículo de más de 15 años de antigüedad.
Y en una sociedad en la que las normativas de emisiones son cada vez más restrictivas, la prueba de gases de la Inspección Técnica es una “de las primeras en caer”. Los requisitos que deben superarse para aprobar este examen se han ido endureciendo… a la par que el parque automovilístico ha ido envejeciendo. Una combinación fatal que ha provocado que haya cada vez más suspensos en la ITV.
Como ya hemos mencionado, el objetivo de la prueba es comprobar que las emisiones que produce nuestro vehículo entran dentro de lo que las autoridades consideran “aceptable”. Para conseguirlo, el técnico que realice la prueba introducirá una sonda a través del tubo de escape. A continuación, te pedirá que mantengas el motor a unas 2.500 revoluciones por minuto durante 30 segundos, aproximadamente. Mientras tanto, la máquina irá recopilando datos sobre la composición y proporción de las emisiones del vehículo.
Existen muchas leyendas urbanas sobre cómo podemos “engañar” a la máquina y aprobar el examen. Sin embargo, estos trucos rara vez tienen un sustento científico. Y si hacemos caso al consejo equivocado, podríamos provocar incluso una avería grave en el vehículo. Sin embargo, sí que existen algunos métodos que han probado su eficacia:
Que ruja
Conviene que revolucionemos el coche antes de entrar en el taller. Haz un recorrido de unos 15 o 20 minutos (puede ser el mismo trayecto hasta el taller de la ITV) a marchas cortas. Cuando haces esto, lo que estás consiguiendo es que aumente la cantidad de combustible que se inyecta a los cilindros; lo que ayuda a que el sistema tome más temperatura y se genere un mayor flujo de gases. De esta forma conseguirás limpiar los filtros y los conductos del coche y retirar los residuos y la carbonilla; que es uno de los culpables habituales de que muchos coches no superen la prueba.
A veces el dopaje no es ilegal
Existen varios compuestos en el mercado que están específicamente formulados para limpiar los inyectores, mejorar el rendimiento del motor y reducir los gases de escape. Cada uno de los fabricantes explica con más o menos detalle cómo debe usarse su producto, pero lo normal es vaciar el bote en el depósito y circular durante unos 80 kilómetros. Lo ideal es que el tanque esté a un cuarto de su capacidad. De esta forma el producto podrá llegar al filtro de partículas y al catalizador en forma de gas.
Un poco de chispa
Es posible que el técnico no lo permita, pero si tienes la oportunidad conviene encender todos los sistemas eléctricos que puedas mientras el mecánico realiza la prueba. El climatizador, la radio, las luces del vehículo, (…). Toda ayuda es poca. Cuantos más sistemas acciones, mejor. De esta forma estaremos exigiéndole mucho más esfuerzo al alternador, que es el componente que se encarga de generar electricidad en el vehículo.
Al exigirle un más al alternador, también le estamos exigiendo más al motor térmico, pero como durante las pruebas se mantiene un régimen de revoluciones constante, el motor se ve obligado a inyectar más combustible para tener más potencia. Al hacer esto estás consiguiendo aumentar la temperatura del catalizador rápidamente y, a la vez, producir gases de escape más limpios.
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