Opinión
Gimnasia espiritual
En nuestras sociedades se ha puesto de moda la práctica del deporte; una mayoría de jóvenes, y no tan jóvenes, dedican una parte de su tiempo a correr, a frecuentar los gimnasios o a desafiarse a sí mismos no sólo por razones higiénicas sino también estéticas.
Esa atención a nuestro cuerpo debería ser complementada con otras actividades más anímicas como leer, escuchar música o frecuentar museos. Y, profundizando un poco más, deberíamos prestar mayor atención a nuestro espíritu.
«Así como el pasear, caminar y correr son exercicios corporales- escribe Ignacio de Loyola- por la mesma manera todo modo de preparar y disponer el anima para quitar de si todas las affeciones desordenadas se llaman exercicios espirituales».
Son la primeras frases del libro que el santo fundador de la Compañía de Jesús escribió hace cuatro siglos y que ha servido de guía a millones de personas para reordenar su vida. Los «Ejercicios espirituales» no son un libro para ser simplemente leído sino que debe ser considerado como un «manual de táctica espiritual, un indicador del método que se ha de seguir, del sistema que se ha de desarrollar».
Lo saben todos los que alguna vez han dedicado algunos días o semanas a practicarlos. Acaba de comprobarlo el papa Francisco –jesuita al fin y al cabo– que como todos los años se ha retirado cinco días fuera de Roma para agilizar su espíritu y «ponerse en forma».
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