Opinión

Una bala en la garganta

Con el paso del tiempo, tendemos a perder la memoria y a desatender los recuerdos. Por eso, es de agradecer la narración de lo vivido de las hijas y la viuda de Isaías Carrasco, ex concejal asesinado por ETA, en una entrevista con el «Diario Vasco».

Emociona escuchar a la hija mayor, Sandra, recordando cómo de las cinco balas que tenía el cuerpo de su padre, el balín de la garganta fue el que más le impactó, el que no puede borrar de su memoria, el que incluso sigue viendo en sueños.

Es simbólico, una bala en la garganta, cercenando el habla, escindiendo la libertad de expresión, mutilando la verbalización de su pensamiento. Diez años después de su asesinato, cuando tanto se habla de libertades, de democracia, de derechos humanos y de la defensa de las ideas, es necesario escuchar a la familia Carrasco recordando por qué murió su padre, ya que el tiempo erosiona realidades e instaura olvidos. Marian, la mujer de Isaías, cuenta que cuando pierdes a una persona, el tiempo se detiene; en realidad permanece detenido para siempre, como un recuerdo embalsamado , aunque la vida siga andando.

Lo de las victimas sí que es memoria, memoria viva, sin oratorias, sin adornos, sin artificios, sin argucias, sin palabras huecas y fáciles.

La manera de mantener viva la memoria es contando su historia. Su memoria, su narración del recuerdo de aquel día, nos debe hacer recordar que hay olvidos imperdonables y evocaciones gratuitas.