Opinión

Segundo aviso

El Nobel Jacinto Benavente su supervivencia en la zona republicana, pese a ser un conservador, le propició una tonta inquina del franquismo, que hasta prohibía su nombre en las carteleras de sus obras. Críticos oficiosos y cagatintas le reprochaban repetir tres veces una misma frase argumental. Benavente adujo: «La primera es para que la oigan, la segunda para que la escuchen y la tercera para que la entiendan». Hoy, en Cortes, la izquierda y el derechista unívoco PNV, en un taurino segundo aviso, procurarán derogar la prisión permanente revisable. No es buena la ingeniería penal en caliente, como ahora, pero en frío tampoco prospera, porque la Cámara debería ser isoterma.

Así nos cruje el Derecho consuetudinario porque legislamos con freno y marcha atrás. El PNV mira por los presos etarras, que no son suyos, y PSOE y Podemos oyen y escuchan, pero no entienden que la revisable, a la que llegamos tarde y mal, está normalizada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y legalizado en el Estatuto de la Corte Penal Internacional, avalando ambos la humanidad del castigo.

En la Unión Europea países tan sospechosos de vesanía como Italia, Reino Unido, Francia, Alemania, Austria, Dinamarca o Bélgica aplican la permanente bajo demanda social.

Pese a la concatenación de crímenes aberrantes, los compasivos del asesinato con hacha apelan a la Constitución que detestan y dan por finiquitada apelando a las buenas intenciones de la reeducación y la reinserción, obviando que demasiados ciudadanos ni quieren ni pueden reinsertarse.

Y tal como en otros países civilizados, los parientes directos afectados deberían participar de la revisión con voto consultivo, aportando la narración de su calvario no revisable extramuros de prisión.

Lo que está instalado y olvidado en España es la prisión perpetua moral de los deudos de las víctimas.

Si los derogadores devuelven este toro al corral afrentarán votos transversales con un fariseo maquillaje de buenismo.

El asesino de Diana Quer escribe a sus padres: «En siete años estoy fuera». Probablemente.