Opinión

Ciudadano del mundo

Como consecuencia de la actual situación en España se está alentando un sentimiento patriótico español generalizado y transversal, inimaginable hace pocos años. La historia nos enseña que desde siempre se han formado ciudadanos y sociedades con una identidad propias, si bien, en la actualidad se adorna con un sentido de pertenencia y compromiso hacia las instituciones democráticas, las cuales deben ser el fundamento para la educación de ciudadanos patriotas; ahora bien, ¿este patriotismo nos debe impedir ser cosmopolitas? Yo creo que no. El primer personaje famoso que utilizó la expresión «soy ciudadano del mundo», fue Diógenes el Cínico al ser preguntado sobre su procedencia. El patriotismo es algo positivo en su sentido elogioso, pero no en su versión peyorativa. El patriotismo localista, reduccionista, y sobre todo supremacista es algo que parecíamos haber abandonado, pero no cabe duda de que se debe estar alerta, lo tenemos cerca.

Los nacionalistas que defienden su identidad sobre la base de la una pretendida superioridad, tal falsa e ilusa como peligrosa, son tan anticuados como delirantes. En un mundo cosmopolita y globalizado como el actual, resultan disonantes y estridentes, a la vez que insoportables. No estamos ante una ideología, tan solo ante matraca, entendida en sus dos acepciones, instrumento de percusión que al girar produce un ruido seco y desagradable, así como la molestia que genera una persona insistiendo repetidamente en algo con pretensiones, preguntas, peticiones, etc. En mi opinión, el patriotismo en su sentido positivo es la esencia de una democracia y debe dirigirse a la búsqueda del cosmopolitismo, basado en educación que haga énfasis en el patriotismo sólido; ahora bien, sin prescindir de los propios orígenes y pertenencia grupal, el patriotismo no impide una concepción del entorno y del mundo en el que podamos considerarnos ciudadanos universales, precisamente sobre la base del reconocimiento de identidades propias, que lejos de separarnos nos hagan más iguales y solidarios.

España no roba, los que detraen fondos públicos destinados a servir a los ciudadanos son los responsables públicos con sus acciones corruptas, los cuales deben ser perseguidos vengan de donde vengan. El nacionalismo exacerbado como creencia de que tu país es mejor que todos los demás, no se puede confundir con el patriotismo que produce sentimientos de lealtad y un deseo de ayudar a los demás ciudadanos.