Sin Perdón

La inexorable agonía del sanchismo

«Sánchez seguirá utilizando la guerra, pero no impedirá ni sus derrotas parlamentarias ni los procesos que afectan a su familia»

Las derrotas parlamentarias se suceden con una cansina monotonía. Han sido muchas y vendrán más. La firme resistencia de Sánchez no es ningún mérito. No cabe atribuirle ningún atributo heroico, es solo la expresión de su apego al cargo. La mentira se utiliza como un instrumento de acción política con absoluta normalidad y nunca se asume ninguna responsabilidad. El término dimisión ha desaparecido. No importa el escándalo o el error que afecte al sanchismo, porque la izquierda política y mediática aplaude con fervor al líder. Hemos llegado al extremo de que los ministros le trasladan su solidaridad y ánimo ante el juicio a su hermano. Es un comportamiento más propio de Corea del Norte que de una democracia europea. En este caso sí consideran que los jueces hacen política utilizando a un inocente y descalifican a las acusaciones populares porque son una colección de fachas. En cambio, contra Ayuso cualquier mentira o exageración es aceptable y su novio es culpable. No existe la presunción de inocencia y se han ensañado contra González Amador. TeleSánchez y su cuerpo de activistas son la punta de lanza de esa brutal campaña. Ahora llevan un tiempo sin utilizar las residencias y sin tener en cuenta que los casos han sido archivados uno tras otro hasta superar la centena. La decisión de la Audiencia de Badajoz, confirmando el procesamiento de su hermano, es un grave problema reputacional. Por más que se empeñe en protagonizar una campaña brutal contra la democracia israelí no puede esconderlo. Está tomando decisiones, por motivos estrictamente partidistas y personales, que no favorecen a la paz, sino que ayudan al gobierno criminal de Gaza, que está controlado por Hamás. A estas alturas sabemos que el reconocimiento del estado palestino no tiene ningún efecto práctico. Lo hubiera tenido mantener la condena de los asesinos del 7-O y exigir la entrega de los rehenes. No es necesario tener petróleo o bombas atómicas, sino unir a las democracias contra los que iniciaron la guerra. Se trataba de presionar a Irán, pero no era útil para unos políticos que han comprado las mentiras y la propaganda terrorista. Esta guerra, como cualquier otra, es una tragedia. Sánchez la seguirá utilizando, pero no impedirá ni sus derrotas parlamentarias ni los procesos que afectan a su familia.

Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)