Opinión

¿Censura? No, gracias

Recomendaba Ignacio de Loyola que “en tiempos de tribulación no hacer mudanza”. Da igual que la sentencia de la Audiencia Nacional sobre el caso “Gurtel” aún no sea firme porque el daño que sufre el partido gobernante es muy importante y la gaviota parece tornarse en cuervo, pero ello no tiene suficiente sustancia de Estado como para patear la mesa y rodar por el suelo el juego de ajedrez que estamos desarrollando. Pablo Iglesias se ha apresurado a alentar una moción de censura contra el Gobierno porque está en su cuaderno de viaje y ya lo ha solicitado anteriormente, porque cree en la aborrecible máxima de “cuanto peor, mejor” y porque tapa su descaro ético y estético. Pero el grueso de las fuerzas políticas que, ¡al fin¡, han aprobado los Presupuestos no deben subirse a este escenario de crujir de dientes, maléfico para ellos y para los españoles. El PSOE bajo Felipe González se vio en entreveros peores que “Gurtel” con financiación ilegal, saqueo de los fondos reservados, la Guardia Civil en almoneda y muertos, y aunque las mayorías socialistas habrían impedido una moción de censura ningún jefe político sensato, y menos José María Aznar, hubiera suscrito la defenestración de Felipe porque, según el vulgarismo, el horno no estaba para bollos.

Como no lo estaba cuando Aznar en el poder se negó sabiamente a desclasificar documentos del CESID cuando menos comprometedores para la honorabilidad socialista. Tal paso supondría un roce amoroso con un Podemos en horas bajas y con un liderazgo errático y que Sánchez regresara en un bucle a aquel “no es, no” que tantas insatisfacciones le propició a él y a su partido. Quienes se aprovecharían “ad nauseam” de una moción de censura serían los secesionistas catalanes que verían subrayados sus lamentos sobre una España fascista y, además, corrupta hasta los tuétanos. Rivera y Ciudadanos no tienen garantizadas sus encuestas favorables porque el voto entre PP y Cs es volátil y la maquinaria nacional de este partido es débil. Y su impulso también como demuestra la impasibilidad de Arrimadas en Cataluña con un triunfo congelado e inane, cuasi amordazada por el circo publicitario separatista. Ya no recordamos cuando

comprobábamos la prima de riesgo varias veces al día. Al presidente Rajoy se le pueden pedir muchas correcciones, pero no asusta a nadie y lo mejor para todos sería que acabara la legislatura y que si el censo lo requiere pasara a la oposición. Pero ahora, precisamente ahora, moción de censura: no, gracias. Ya tenemos bastantes problemas.