Opinión
Matrimonio a la italiana
Cuando hablas de la «Gross coalitión» con un dirigente del PSOE siempre te aclaran que la cultura de nuestro socialismo no es alemana sino mediterránea, francesa o griega cuando toca y especialmente, la italiana, juego de espejos y volatinerias. La Democracia Cristiana, una de las madres de la Unión Europea, se apagó como un círio, Bettino Craxi, luz de la socialdemocracia, ladrón inconfeso, se exilio en Túnez arrastrando a su partido a los infiernos, y el eurocomunismo del histórico PCI desapareció del Continente. Dicen que Italia prospera cuanto menos gobiernan sus Gobiernos, pero no así: decrecen al 2% sostenido (España sube a más del 3), las mafias siciliana, calabresa o la Cosa Nostra obran como instituciones desaparecido el terror de las Brigadas Rojas, arraiga el secesionismo en el norte y el sur y puede resurgir un cantante de cruceros como Silvio Berlusconi.
Más que la inestabilidad española lo que preocupa en Bruselas es la tembladera italiana con la alianza contra natura de la ultraderechista y separatista Liga del Norte con los antisistema del movimiento 5 Estrellas, populistas, antieuropeos, patrocinadores del decrecimiento económico, la democracia directa y hasta la digital. Los logros de Pedro Sánchez no están en el haber de los éxitos electorales o la coherencia partidaria sino en el debe de la caída de las Bolsas y la subida de la prima de riesgo. Pero la burbuja política se está inflando más en Roma que en Madrid: un ignoto desconocido independiente como Giuseppe Conte vetado gallardamente por el Presidente Matarella por incluir como ministro de economía a un Paolo Savona, contrario a Europa y que compara la política de Angela Merkel con la de Hitler, y designando Primer Ministro a un exfuncionario del FMI, para otras elecciones en otoño y ante la furia de Liga y Estrellas que urden una moción de censura contra el Jefe del Estado. Este matrimonio a la italiana se asoma por el horizonte español. Sánchez muda hacia la cara de Marcello Mastroiani y el «totum revolution» de separatistas antihistóricos, burgos podridos y utópicos del nuevo socialismo del siglo XXI adquieren el rostro de la indignada y peripatética Sofía Loren.
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