Opinión
La lección de este siglo
HHay una obra que debería ser de obligada lectura especialmente para los más jóvenes, la del gran filósofo Karl Popper «La lección de este siglo». En este libro, en el que es entrevistado por el periodista italiano Giancarlo Bosetti, Popper alerta sobre los enemigos que acechan a la democracia y también da algunas respuestas acerca de cómo podemos hacer para preservarla. Karl Popper era un defensor de la libertad y un crítico imparcial de todas las formas de totalitarismo. Su pensamiento rezuma una superior valoración de la libertad respecto de la igualdad, y sostenía la libertad no debería nunca ser sacrificada por el ansia de la igualdad. Por lo general en los regímenes autoritarios, de uno u otro signo, los líderes se proclaman defensores del pueblo, y en los mismos abundan leyes que pretende controlar todos los ámbitos de la vida del individuo, al que quieren convertir en «ciudadano de la revolución».
Para ello, se apoderan de los medios de comunicación pública y mediante la propaganda condicionan la libertad de pensamiento y expresión. Pretenden representar la nueva ética social y se colocan por encima de la ley, sujetos únicamente a los dictados del programa ideológico tal como lo interpreta su líder. Stalin, símbolo de todas las crueldades, arbitrariedades e injusticias, es la encarnación viviente de esas ideas. Hace pocos días, en un acto universitario asistí atónito ante un alumno que inquiría al conferenciante por lo que entendía una actitud complaciente con la actual situación social y económica de España, ante lo cual el conferenciante le preguntó que dijera dónde y en qué época le gustaría vivir, a lo que el alumno contestó que en la Unión Soviética tras la revolución comunista. La cuestión es, al margen del debido respeto a la libertad ideológica, cómo es posible que, en una democracia como la española, alguien puede añorar el sistema comunista soviético responsable de millones de muertes, deportaciones, exilios, etc. Debemos como sociedad conjurarnos cada vez más en la defensa de nuestra democracia y asumir que la misma hay que defenderla y ponerla en valor todos los días. Ya decía Cicerón que «la libertad sólo reside en los estados en los que el pueblo tiene el poder supremo», más ese poder debe ser ejercido pensando exclusivamente en el pueblo que se gobierna.
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