Opinión

De Sun Tzu a Clausewitz

Cinco siglos antes de Cristo el general chino Sun Tzu escribió «El arte de la guerra», el primer estudio sobre los conflictos armados entre naciones. Más que lectura militar es un libro que siempre se halla en la mesita de luz de grandes empresarios, banqueros y políticos de fuste dado que es un compendio de sentido común y abunda en el núcleo a desenredar de los desacuerdos humanos tenidos como infranqueables.

Tzu, así, desaconseja capturar bolsas inabarcables de prisioneros y da prioridad a permitir la retirada honrosa del adversario. En «De la guerra» del teórico prusiano von Clausewitz se afila esta filosofía bélica con el aserto de no se trata de destruir al enemigo sino de convencerle de la inutilidad de su esfuerzo. Sánchez errará si dialoga con Torra sobre la hipotética independencia catalana porque dará la impresión a su interlocutor de que su charanga está al alcance de la mano y pondría los caballos delante del carro si le citara a Rafael el Gallo (o a Tayllerand) con el cazurro «lo que no pué ser, no pué ser, y además es imposible». Cuando el tiro se desboca no hay que aflojar las riendas sino tironearlas con suavidad y llevamos cuarenta años halagando y sufragando el catalanismo alimentando una hispanofobia de manual psiquiátrico para que Pujol continúe en su casa, Rosa Regás asegure que en Madrid los camareros tuercen la boca si pides «Vichy catalán» y Torra, la manija del pseudoperiodista Puigdemont, demuestre su profundidad intelectual teniendo a los españoles por tarados ante la raza catalana.

Cuando Arzallus presidía el Euskadi Buru Batzar a más de recordar el RH negativo mostraba el culo a algunas visitas para demostrar que los vascos lo tienen cuadrado, y el maridaje catalán entre la derecha corrupta y el radicalismo incorrupto nos obsequiará trastes picudos como detalle identitario. La república catalana no lo será en lo que resta de siglo, y para el XXII todos estaremos en la huesa. Aparte los efectos especiales el problema de Sánchez es convencer dulcemente a la secta secesionista de que su empeño no es de este tiempo ni aún dentro de un ominoso federalismo centrípeto.