Opinión
El año de los tres Papas
1978 pasará a la historia de la Iglesia como un «unicum»: entre el 6 de agosto y el 16 de octubre de ese año tres Papas se sucedieron en la cátedra de San Pedro. En la primera semana del mes de agosto falleció en Castelgandolfo Giovanni Battista Montini que había sido elegido Papa en 1963 sucediendo a Juan XXIII. El cónclave sucesivo fue, en cierto modo, dramático; eran los años del posconcilio y los cardenales estaban divididos en dos bloques irreconciliables partidarios unos del Cardenal Benelli arzobispo de Florencia y el Cardenal Siri arzobispo de Génova. El «impasse» se zanjó con un compromiso eligiendo al entonces Patriarca de Venecia Albino Luciani.
Juan Pablo I ascendió al trono pontificio el 26 de agosto y, de forma absolutamente inesperada, murió 33 días después. Su muerte desató una fuerte polémica sobre las causas que la provocaron. Hoy nadie, seriamente, se atreve a defender que esta no se debió a causas naturales debido a su delicado estado de salud.
Semanas después volvieron a reunirse los cardenales electores tan divididos como antes. Fue entonces cuando se decidieron a romper la centenaria tradición de elegir a un cardenal italiano y los votos se volcaron en el arzobispo de Cracovia Karol Wojtyla que reinó durante 27 largos años.
Otro fenómeno extraordinario: Pablo VI será canonizado en octubre de este año. Juan Pablo II lo fue en el 2014 y el proceso de beatificación de Juan Pablo I ha superado ya sus primeras etapas. Tres Papas, pues, en un mismo año y, podríamos decir, tres santos más en la historia milenaria de la Iglesia católica.
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