Opinión

El abrazo del sapo

En estos tiempos de impulsos femeninos se pasa de largo sobre la figura de la esposa del gran compositor Gustav Mahler, Alma, curioso entresijo de caminos de la cultura que le tocó vivir. Esta vienesa recasada, enviudada, emparejada, fue, más que la mitologizada Gala de Dalí, la estricta gobernanta de notables genios y no una mantis religiosa, atrayendo a su alcoba a personajes como el arquitecto Walter Gropius, el pintor Kokoschka, el afamado biólogo Paul Kammerer o el novelista Werfel, entre otros varios, sin olvidar a un aspirante al arzobispado vienés. En su salón de recibir en su exilio neoyorquino exhibía una vitrina con partituras, planos, cartas, batutas, retratos de ella, como trofeos de guerras amatorias.

A finales del XIX Kammerer era un biólogo austriaco reconocido universalmente por su teoría sobre la herencia de los caracteres adquiridos que chocaba (o completaba) con «El origen de las especies» de Darwin. El hábitat del sapo partero son humedales y desarrolla en sus patas unas rugosidades nupciales que le permiten abrazar a la hembra por detrás y desenredar el racimo de huevas de la puesta. Instaló sapos terreros en charcas y tras contadas generaciones envió a sus colegas londinenses ejemplares que habían desarrollado las rugosidades.

Lenin requirió el experimento que profetizaba al nuevo hombre comunista tras el imperioso voluntarismo de una vanguardia educativa que forzara la herencia de los caracteres soviéticos, pero «Nature» demostró que las rugosidades eran infiltraciones de tinta china y algo de microcirugía añadida. Kammerer subió a las colinas de Viene y se disparó un pistoletazo, no se sabe si por el escándalo y el descrédito o por la frustración de Alma Mahler, su acicate. Hoy Señorías de las variadas izquierdas resucitan aquel drama de alcoba y laboratorio con la indisimulada ingeniería social: destrucción del epiceno, judicialización de abstrusas relaciones amorosas, empleo paritario, concertinas a la enseñanza privada o concertada, educación cívica sobre religión, eutanasia, aborto libre de menores, migración universal, que alumbrarán en dos legislaturas la nueva sociedad. Los caricatos republicanos dibujaban a Manuel Azaña con su faz de batracio; al atractivo Pedro Sánchez se le está afilando rostro de sapo partero trucado.