Opinión
Juzgar la Historia
He terminado de ver una serie que se titula «El Hombre en el Castillo», basada en una novela del mismo nombre de Philip T. Dick, una ucronía que se desarrolla en un hipotético Estados Unidos ocupado por japoneses y alemanes tras perder la Segunda Guerra Mundial; en una escena desarrollada en un colegio nazi de Nueva York, dos alumnos retan su memoria preguntándose cuántos esclavos tuvo Washington o Jefferson. Esto me hace reflexionar sobre las muchas formas de estudiar la historia, y así, en el ejemplo, a estos personajes no se les presenta como los padres fundadores de una gran democracia, sino como simples esclavistas de la época.
No cabe duda de que muchos de los padres fundadores tenían esclavos, como cualquier terrateniente de la época, pero tampoco podemos olvidar que fueron los padres fundadores los que hicieron esfuerzos con bastante éxito para contener o limitar la esclavitud en los Estados Unidos, como por ejemplo la Ordenanza del Noroeste de la prohibición de la esclavitud, y la abolición de la trata internacional de esclavos en 1807, y ello, hasta la Proclamación de Emancipación de 1863, por la que, a impulsos de Lincoln, todos los esclavos de Estados Unidos fueron liberados. Este fragmento de la serie está inserto en una especie de revisionismo histórico que algunos quieren hacer sobre la figura de Washington como auténtico libertador y profundo demócrata, pretextando que, junto a la contención de la esclavitud, durante su mandato se aprobó una ley que permitía perseguir a los esclavos huidos en cualquier estado de la Unión.
Esto pone de manifiesto que a la historia nos podemos acercar de muchos modos, pero lo que no parece acertado es hacer juicios morales con parámetros de valoración actuales, nadie resistiría un mero escrutinio. Las figuras históricas deben ser juzgadas y valoradas en su contexto histórico; no se debe utilizar la Declaración Universal de los Derechos del Hombre para juzgar la historia porque, en definitiva, la historia no está para ser juzgada, sino para ser comprendida y con esta compresión forjar un mejor futuro. Algunos parecen estar obsesionados con juzgar la historia y por lo general lo que consiguen es frustrar un futuro próspero. A los hechos históricos nos debemos acercar con una mirada crítica, aséptica y cercana al momento del que se opina.
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