Opinión
¿Pena de muerte?
A partir del 3 de agosto ya nadie podrá invocar la doctrina de la Iglesia para justificarla. Al contrario ese día «L’ Osservatore Romano» anunciaba la entrada en vigor de una ley papal que modifica un artículo del Catecismo de la Iglesia Católica y que declara «siempre inadmisible» suprimir una vida humana.
Para los que siguen considerando que la Iglesia es una institución momificada incapaz de modificar sus leyes ahí tienen la prueba de lo contrario.
Francisco ha cambiado lo que en 1992 san Juan Pablo II hizo figurar en el catecismo sobre la pena capital considerada como «una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común».
Por el contrario su sucesor ya dijo en su día que «la pena de muerte es inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo» (esta es la nueva redacción del párrafo 2267 que figurará en todas las próximas ediciones del Catecismo).
Como explica en una carta a los Obispos el español Cardenal Ladaria, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, «la nueva redacción se sitúa en continuidad con el Magisterio precedente, llevando adelante un desarrollo coherente de la doctrina católica». El salto es, sin embargo, vertiginoso si tenemos en cuenta que hasta 1969 la pena de muerte figuraba en el Código Civil del Estado Vaticano. La abolió el beato Pablo VI.
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