Opinión

Navegación a vela

La marinería de velamen ha de percibir la dirección y fuerza cambiantes del viento, por sotavento o barlovento, a babor o estribor, trepando a los palos y largando trapo o recogiéndolo, so pena de anegar la manga, zozobrar o acabar a miles de millas náuticas de tu destino; hay que maniobrar el timón haciendo bordadas hasta recuperar la próxima marcación en tu carta de marear. El capitán Sánchez es sin duda voluntarioso pero parece desconocer hasta la Rosa de los Vientos y las características del buque que tripula. En un esfuerzo patriótico. Por entender al Presidente se debe recordar que en democracia todos los Gobiernos han saboreado eso de que errar pertenece a la condición humana y que rectificar es de sabios, desde aquello de «OTAN, de entrada no» a ingreso por gónadas aun pagando el precio de Filesa, primera sentencia firme por financiación ilegal, a este último sindicato de peripatéticas santificado por el BOE en ausencia mental de la ministra de Trabajo. Para zaherir a Felipe González fue Manuel Fraga quien puso en circulación el que «el PSOE solo acierta cuando rectifica», pero es verdad que otros gobernantes han pedido que cantar la Palinodia vergonzantemente. Por decirlo en argentino, Sánchez es un pato patagónico: una pisada, una cagada, otra pisada, otra cagada... Es entendible que el audaz aventurero de nuestra política resulte cuando menos un coleccionista de equívocos: el ministro de Cultura efímero, elecciones adelantadas y postergadas, blando corazón con los náufragos mediterráneos y organización criminal para los campeones de salto de valla ceutí, Franco de cuelgamuros a la Catedral de Madrid (no se sabe dónde hará más ruido) o apelación al Congreso para ningunear al Senado y hacerle al Rey firmar decretos-leyes. Esto es culpa de quienes no detuvieron su resistible ascensión incluso entre sus correligionarios, siendo un habitual de las carreteras secundarias. En España con 84 diputados no puedes ni variar la velocidad en autopista a menos que te comprometas en pactos contra natura con minorías radicales o secesionistas, que ante la mayoría social te obligan a la marcha de un paso adelante y dos hacia atrás para ir sumando jornadas en La Moncloa con la esperanza de que en las elecciones generales el peso de la púrpura te rebañe algunos votos más. Hasta improvisando, vicio nacional, es chapucero, y si siempre se supuso que quien leía las galeradas del BOE era quien mandaba, ahora ni eso.