Opinión

La guerra del máster

Otto Skorzeny fue tildado por Churchill como «el hombre más peligroso de Europa». Austríaco, coronel de las Waffen SS, fue jefe de operaciones especiales de los hombres de la calavera. En su palmarés cuenta la liberación de Mussolini del macizo del Gran Sasso, el secuestro en Budapest del almirante Horty impidiendo su pase a los aliados y la infiltración en el frente estadounidense de SS vestidos con uniforme americano, que organizaron el atasco de los carros «Sherman» mascando chicle y gastando bromas sobre Daisy, la novia del pato Donald. En la madrileña calle de la Montera tenía una oficina unipersonal dedicada al comercio internacional como tapadera de transacciones financieras hacia los nazis ocultos en Argentina, Brasil o Bolivia. Sobre la mesa tenía como pisapapeles un gran cascote de mármol procedente del despacho de Hitler. Le pregunté su profesión, contestando que ingeniero. «¿De qué?». «De frenos». Había estudiado tres años todo lo referente al frenado de móviles terrestres fueran coches, ferrocarriles o carros de combate. Su audacia no tenía otro sustento. Su currículo se limitaba a la prestigiosa Formación Profesional alemana.

Cuando en España se inició el desarrollismo la Formación Profesional nació para intentar dar salida vital a los agrarios migrantes a las ciudades, pero, siempre, como una fea hijastra de la docencia o como signo de fracaso ante la aureolada universidad que te daba acceso a la nata social. Nadie hacía currículum ciertos, creativos, europeos o mundiales en el manglar de las vanidades sobre una FP desprestigiada y que te clasificaba como obrero en un escenario de nuevos ricos. La «titulitis», ya antes de la democracia, fue una enajenación colectiva de quienes aspiraban a subir un centímetro más por la cucaña, provocando una tasa atípica de desempleados universitarios necesitados de algo con aroma extranjerizante como un «máster» más lucido que el doctorado para trepar otro peldaño en la escalera social. Esos son los lodos que han traído esta vacua pequeñez de la guerra de los «másters» llegada a debatirse en el Congreso mientras el Gobierno&Co busca la cuadratura del círculo para elevar el gasto, aumentar la deuda y no estrangular fiscalmente a los asalariados. Sería más útil que Sánchez fuera un ingeniero de frenos desnazificado.