Opinión
Las relaciones peligrosas
La vicepresidencia del Gobierno ocupa mucho espacio en La Moncloa porque soporta más carga de la que se supone: oficinas legales y asesoras, vivienda para el titular, despacho de trabajo y de representación, comunicaciones, secretarías y toda la parafernalia del poder. Cuando Alfonso Guerra accedió al cargo se instaló un arco de detección de metales en el antedespacho vicepresidencial para mejorar la entonces débil seguridad del complejo. En los mentideros periodísticos corrió el rumor de que el arco contenía algo más a raíz de que una periodista seria y nada incómoda para el socialismo tuviera que entrevistar tres veces a Guerra no habiendo funcionado las dos anteriores ni el magnetófono ni la cámara de fotos.
Podría ser una de las tantas leyendas urbanas que circulan por el Foro, pero fraguó la creencia de que el arco velaba los carretes y las cintas de grabación. «Se non é vero é ben trovato» porque Guerra era obseso de su intimidad y gustoso de embromar a los incautos. En su casa tenía aquellos teléfonos de baquelita que adherían el número personal y un invitado, que tomó nota subrepticia, se le quejó de que le llamaba y el cifrado no existía. «A ver si te crees que voy a poner el verdadero», contestó el vice. Dolores Delgado, ministra de Justicia y Notaria Mayor del Reino, no puede alegar un miserable chantaje porque solo son chantajeables quienes tienen algo sórdido que ocultar y «La Lola» no aparece como protagonista de ningún traspiés deleznable y está quedando como pánfila, pese a su carácter, por mentir innecesariamente sobre sus relaciones peligrosas. Hace diez años el comisario Villarejo ya era tabú y si le rozabas era para grabarle y no que te grabara y no te reunías privadamente con él hoy procesado y encarcelado ni para repartir una herencia. La ministra, que quería dejar a su albur al juez Llarena ante Puigdemont, ha quedado como Cagancho en Almagro por su subliminal homofobia y misoginia en un Gobierno tan revestido de progresía y en pleno hervor de la ideología de género. Villarejo y sus antenas solo quieren salir de la cárcel y le han subido la falda a la Notaria Mayor.
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