Opinión
Siempre es Halloween
Protocolarios y estilistas objetan dulcemente a la vicepresidenta Carmen Calvo acudir al Vaticano con canalillo y encajes. La Curia es correosa y desatenta a las minucias de la moda y ha duplicado con «Sí, pero» a esta catedrática docta en «lapsus calami». María Teresa Fernández de la vega, vicepresidenta de ZP, volaba a la Santa Sede hasta para la asunción de cardenales a quienes invitaba a nuestra esplendorosa embajada. Recibiendo a un secretario de Estado vaticano revestido de escarlata desde el birrete a los cordones de los zapatos pasando por los 33 botones de la sotana en recuerdo de la edad de Cristo, este la comentó: «A usted la gusta el poder»/ «¿Por qué lo supone, eminencia?»/ «Porque se ha vestido de escarlata, como nosotros». El entendible gusto de sustituir la piedad por lo infantiloide nos invade la importación de Halloween para descristianizar el día de Todos los Santos, y la alcaldesa de Madrid se ha traído a la Villa y Corte el carnaval mexicano de la muerte, a ver si cuaja. Es una noticia falsa que hoy se haya visto al presidente Sánchez en la puerta de los Franco extendiendo la mano y diciendo eso de «truco o trato», que siempre sería lo primero. Los muertos solo viven en las sagas rúnicas y a más de ser abyecto es peligroso removerlos.
Por hacerle la caridad a don Pedro cabe la sospecha de que el patrocinador del viaje de Franco haya sido don Pablo, logrando que hablemos de él como si nos fuera la vida en el empeño. Eva Duarte yace en el paqueto cementerio de La Recoleta en panteón prestado con ascensor e hilo musical. Perón no puede descansar en el popular «La Chacarita» porque profanaron su tumba robando sus manos que siguen sin aparecer. Otrosí de Mussolini al que sustrajeron la cabeza del camposanto de su pueblo. La Iglesia no puede impedir que una familia católica entierre a un deudo bautizado en nicho adquirido en La Almudena. Aunque tanta cadaverina política puede dar con los restos en el Panteón de Hombres Ilustres o, mejor, en la cripta de la Sagrada Familia, en una Barcelona ávida de simbología. Parafraseando a Larra: «Todo el año es Halloween».
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