Opinión

Las grandes empresas no se están forrando

De acuerdo con cierta narrativa populista, el crecimiento experimentado por la economía española durante los últimos años apenas ha repercutido sobre la calidad de vida de los españoles, quienes siguen inmersos en un periodo de penurias tan grande como el sufrido en lo más hondo de la crisis económica. Quienes, en cambio, sí han concentrado todos los beneficios del reciente auge económico han sido las grandes empresas, las cuales han logrado monumentales ganancias merced a la reducción de salarios y al escaqueo tributario.

Como digo, tal narrativa se halla ampliamente extendida entre ciertos sectores de nuestra sociedad pero cuenta con un escaso respaldo empírico. Si de verdad las empresas españolas se estuvieran hinchando a ganar dinero y, en consecuencia, sus accionistas fueran cada vez más ricos, deberíamos estar presenciando cómo los índices bursátiles despegan. No en vano, una acción no es más que un título financiero que otorga derechos contra los beneficios presentes y futuros de una compañía: si esos beneficios crecen sostenidamente en el tiempo, la acción tenderá a revalorizarse; si, en cambio, esos beneficios se estancan o decrecen, la acción tenderá a depreciarse.

Pues bien, ¿qué ha ocurrido con el precio de las acciones de las principales compañías de este país? Para responder a esta pregunta basta con observar la cotización del Ibex 35. En la actualidad se ubica por debajo de los 9.000 puntos cuando en el momento más espléndido de la burbuja llegó a rozar los 16.000. Es decir, el valor de las principales empresas de nuestro país se ha hundido casi a la mitad durante la última década. De hecho, ni siquiera ahora mismo nos encontramos en el momento más boyante de la recuperación. A comienzos de 2015, el Ibex 35 llegó a superar los 11.600 puntos, de modo que el clima económico tampoco ha sido especialmente favorable para las grandes empresas durante los últimos tres años.

Es verdad que cabría alegar que el índice del Ibex 35 presente una imagen parcial sobre la realidad empresarial española. A la postre, los accionistas del Ibex reciben parte de su rentabilidad en forma de dividendos y esos dividendos no se tienen en cuenta a la hora de calcular el valor del índice. ¿Cabe la posibilidad de que los inversores se estén forrando, como sostiene la izquierda radical, y ello no quede reflejado en el simple índice del Ibex 35? Por fortuna, también contamos con un indicador alternativo que sí tiene en cuenta la existencia de dividendos. Se trata del Ibex Total Return. ¿Y qué información nos transmite este índice, que supone que los dividendos pagados son reinvertidos en el mercado bursátil? Pues que igualmente estamos muy alejados del máximo previo a la crisis y también del máximo alcanzado durante la recuperación. En concreto, antes de la crisis, el Ibex TR superó la marca de 25.000 puntos; en 2015 y en 2017 se ubicó por encima de los 28.000... y hoy languidece por debajo de los 24.000.

En suma, en contra de la extendida narrativa de la izquierda, las grandes empresas no están acaparando los frutos de la recuperación económica.