Opinión
Panamá
De este pequeño país de la América Central se habla poco y casi siempre por asuntos relacionados con su famoso canal que une los océanos Atlántico y Pacífico o por el descubrimiento de los «Panamá Papers», uno de los más sonados escándalos financieros de los últimos años.
A partir de este miércoles Panamá va a ser la sede de la XXXIV Jornada Mundial de la Juventud presidida por el Papa Francisco y a la que se espera que asistan centenares de miles de jóvenes sobre todo latinoamericanos.
De sus cuatro millones de habitantes se declaran católicos el 88,6 por ciento que son atendidos por quince obispos y medio millar de sacerdotes y diáconos permanentes que pronto recibirán la ayuda de doscientos seminaristas mayores.
El Cardenal Blázquez, Presidente de la CEE, estará presente en la JMJ poniendo de manifiesto los antiguos vínculos que unen a la Iglesia española con la panameña. Uno de los últimos Nuncios en dicho país fue el conquense Andrés Carrascosa. Le había precedido José Sebastián Laboa protagonista de unos de los episodios más pintorescos de la historia de la diplomacia vaticana cuando el depuesto presidente General Noriega se le metió en la Nunciatura de donde, convencido por el hábil monseñor donostiarra, se entregó a la justicia norteamericana.
La Jornada en cuanto tal va a ser precedida por un encuentro de jóvenes indígenas de diversos países latinoamericanos bajo el lema «redescubrir las raíces para proyectarse hacia el futuro». El Papa ha convocado para el próximo mes de octubre un Sínodo panamazónico de obispos.
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