Opinión
Toque de queda
En México, una diputada de Morena en Veracruz, Ana Miriam Ferráez, ha propuesto un toque de queda para las mujeres como medida para evitar los feminicidios. «A las 10 de la noche, en casita y con sus hijos, y si es posible, antes». Quiero pensar que lo hizo con la mejor intención pero el amago de resolver el problema, uno de los grandes que sufre su país, le ha salido fatal. Suena más a castigo, a correctivo, como si alguien quisiera criminalizar a la víctima; parece más un parche temporal improvisado a la desesperada, mientras aguarda que a los políticos, jueces y policías se les ocurra qué hacer. En esa línea de argumentación defendida por la diputada, para frenar la sangría de periodistas muertos en México habría que cerrar los medios de comunicación, y para acabar con las violaciones de mujeres debería prohibirse la comercialización y el uso de algunas prendas de vestir, o castrar a toda la población masculina nada más nacer. Y para impedir el narcotráfico, nada como talar, o mejor, quemar las plantaciones de la hoja de coca, también el cultivo legal del área amazónico-andina. Precisamente, los defensores de la hoja de coca de ese área tienen una expresión muy descriptiva: la hoja de coca no es cocaína, al igual que la uva no es vino.
Las mujeres no son las que deben quedarse en casa, son quienes las matan los que no deben salir a la calle. El toque de queda es en la otra dirección, y da igual el hemisferio del planeta Tierra en el que estemos. Lo del dedo y la luna sigue sin entenderse.
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